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Reportaje:

Garzón eclipsa a sus paisanos

El juez de la Audiencia Nacional, estrella en la presentación de un estudio sobre su pueblo natal

Ginés Donaire

El juez Baltasar Garzón sí es profeta en su tierra. Su presencia anoche en la presentación del estudio socioeconómico de su pueblo natal, Torres (Jaén), eclipsó la de la corte de autoridades llegadas desde la capital y otras zonas de la provincia para respaldar una publicación que, a tenor de la expectación creada, más bien parecía ser la del famoso y controvertido libro de Pilar Urbano Garzón, el hombre que veía amanecer. 'Aquí siempre se ve mejor amanecer, sin duda', respondió Garzón cuando se le preguntó si prefería los amaneceres de su pueblo o los de la Audiencia Nacional.

En medio de una tarde lluviosa y fría de invierno, las humildes gentes de este pequeño pueblo de poco más de 1.800 habitantes, ubicado en las estribaciones del parque natural de Sierra Mágina, vieron alterada su tranquilidad con la llegada de una caravana de vehículos con personajes trajeados. 'Qué poder de convocatoria has tenido', le decían sus vecinos al joven alcalde torreño, Manuel Molina. Hasta allí llegaron el presidente de la Diputación, el delegado del Gobierno andaluz y varios delegados provinciales, el presidente de los empresarios de Jaén, el del Consejo Económico y Social de la provincia y una larga lista de directivos de La General, que vinieron a cubrir la ausencia de su presidente, Julio Rodríguez. La entidad de ahorros granadina ha sido la que, a la postre, ha financiado el estudio realizado por la Sociedad de Estudios Económicos de Andalucía (Eseca).

Claro que la estrella del acto fue el hijo de Torres Baltasar Garzón, que para eso es el vecino más famoso del pueblo. 'No vengo todo lo que quisiera', se lamentaba mientras saludaba a sus familiares y amigos. Especialmente emotivo fue el abrazo con Juan Rojas, el veterano ex alcalde socialista que en 1993 abanderó la iniciativa municipal de dar el nombre del juez a una de las calles más céntricas de este pueblo empinado y de callejuelas laberínticas.

Garzón consiguió alcanzar, no sin mucho esfuerzo, la mesa presidencial colocada en un coqueto pero exiguo salón social. Las normas de protocolo no existieron y la presidencia del acto no dejó lugar a dudas. De hecho, Garzón fue quien cerró el turno de intervenciones, donde todos los que le precedieron coincidieron en destacar las potencialidades que tiene este pueblo, conocido por sus famosas cerezas. Al menos hasta ahora, porque el libro de Pilar Urbano dedica también algunos pasajes a la infancia de Garzón en este pueblo de Mágina y también en Baeza, donde realizó sus estudios de Bachillerato. 'A uno siempre le da pudor que te conozcan, pero el libro ha servido también para divulgar este pueblo y estas gentes', manifestó Garzón, que no quiso enjuiciar las críticas vertidas desde distintos grupos políticos y judiciales al libro. Ayer su empeño era otro. 'Tenemos que hacer que pueblecitos como Torres salgan en el mapa', enfatizaba.

Garzón destacó el informe realizado por Eseca, pero, más allá de los datos, lanzó un envite a sus paisanos: 'Lo importante es creer en nuestras propias posibilidades'. Y a su juicio su pueblo tiene futuro en los campos del turismo rural o los cultivos alternativos. El magistrado rompió una lanza a favor del mundo rural: 'Tenemos una obsesión por la gran ciudad y las zonas industrializadas, pero no sé si es positivo huir de las zonas rurales con tantas posibilidades como tienen'. Mucho empeño tendrán que poner Garzón y sus paisanos para cambiar el rumbo de un pueblo envejecido que cuenta con la más baja población del último siglo por la sangría migratoria. Por cierto, el estudio propone incentivar económicamente la natalidad para rejuvenecer el pueblo. Que tome nota el alcalde.

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