Miedo a volar
La trombosis causada por el síndrome de la clase turista es conocida desde hace más de medio siglo, pero sólo ahora se sabe cuánta gente ha muerto por esta razón. (...) No se guardan registros en todos los hospitales localizados cerca de aeropuertos, y aquellos que lo hacen comenzaron no hace mucho tiempo. Además, la verdadera entidad de las cifras se modificaría al valorar que muchas muertes no suceden cerca del aeropuerto, sino semanas más tarde, y en algunos casos, años después de volar. La manera de afrontar el problema por parte de las compañías aéreas no ha ayudado a mejorar las cosas. No deseaban sumar un nuevo motivo de riesgo y miedo a tanta gente ya nerviosa ante el vuelo. Algunas compañías no han ayudado a los médicos que han solicitado información sobre pasajeros para llevar a cabo sus investigaciones y han actuado con pereza a la hora de valorar los efectos de la presión en el avión, la deshidratación y las maneras de sentarse en una situación particularmente propicia para favorecer la trombosis. Aunque la falta de movimiento parece la causa principal (...) lo cierto es que pocas personas conducen 13 horas sin parar y aún menos van a espectáculos que duren todo un día. (...) Una mayor comodidad debe ir de la mano con otras medidas que reduzcan las cifras de muerte por esta trombosis: mayor espacio para los pies, asientos más anchos y la posibilidad de levantarse a estirar las piernas. Conseguirlo afectará a los beneficios de las compañías, pero no será un suicidio comercial. Los viajeros pagarán por viajar con compañías que no amenacen su salud.
Londres, 11 de enero
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