Más de 11.000 llamadas en 70 días
El teléfono gratuito (900 100 091) que la policía puso en marcha el 2 de noviembre para facilitar la colaboración ciudadana ha recibido más de 11.000 llamadas en 70 días. El último aluvión fue el 20 de diciembre, tras el asesinato del guardia urbano Juan Miguel Gervilla, y en menos de 24 horas la policía recibió más de mil llamadas. A los tres días del crimen eran ya casi 3.000.
Gentes anónimas de todas las edades y condición social, a decir de su manera de expresarse y su timbre de voz. Gentes esperanzadas en que la policía hiciera realidad sus deseos cuanto antes. Ayer, los responsables policiales explicaban que esas llamadas no resultaron inútiles.
El alud de llamadas coincide siempre con los minutos después de la emisión por radio y televisión de noticias relacionadas con un atentado. Es como si el recuerdo de la muerte refrescase la memoria de la población. Llaman más las mujeres que los hombres y muchos varones no tienen el menor reparo en explicar que actúan así por su esposa. La inmensa mayoría acaban pidiendo disculpas.
Cuatro día después del crimen del guardia urbano, el teléfono dejó de sonar tan intensamente. 'El que tenía que decir algo ya lo había dicho. Se acercaba la Navidad y se perdió la psicosis', explica un jefe policial con casi 20 años en la Brigada de Información, quien admite que en nada les ayuda la difusión en los diarios de fotografías de presuntos etarras sin identificar.
Sólo una de cada diez comunicaciones se descarta de entrada, porque no falta quien aprovecha para fastidiar a su vecino por alguna enemistad. Otros explican que sus sospechosos habitan con ancianos o con niños, algo incompatible para un comando.
Por peculiares que puedan parecer algunas informaciones, todas se comprueban. Como el caso de una mujer que llamó para explicar que frente a su casa había un piso alquilado a estudiantes en el que las persianas están siempre bajadas con vecinos en su interior. Otra señora explicaba que en su edificio había un piso alquilado a estudiantes que apenas se relacionan con el vecinos y que no se iban los fines de semana. 'Lo normal sería que fueran a ver a sus padres ', afirma.
Otro ejemplo. Una ciudadana relataba que días antes del crimen del urbano un amigo suyo discutió ebrio con otro hombre a la salida de una sauna y que aquél vio que hablaba por un móvil en euskera y que llevaba una pistola. Un último caso. Un hombre relataba que vio un vehículo con matrícula de Barcelona pero comprado en un concesionario de Pamplona, lo que le llamó la atención.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Comando Barcelona
- Colaboración ciudadana
- Detención terroristas
- Comandos terroristas
- Policía municipal
- Ayuntamientos
- Operaciones antiterroristas
- Barcelona
- Cataluña
- Policía
- Política antiterrorista
- Administración local
- ETA
- Lucha antiterrorista
- Fuerzas seguridad
- Grupos terroristas
- España
- Administración pública
- Terrorismo
- Política
- Justicia