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Tribuna
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Moderación salarial para la convergencia real

¿Recuerdan ustedes la final de la Recopa de Europa de 1995? Jugaban el Real Zaragoza y el Arsenal y en el último minuto de la prórroga Nayim dio la victoria al equipo español con un lanzamiento desde la mitad del campo. Yo estaba allí, pero no lo vi porque el espectador que estaba delante de mí se había levantado para verlo mejor. El espectador de delante suyo también se había puesto en pie porque así lo habían hecho las otras filas. Es un comportamiento explicable, aunque irracional en lo colectivo.

España ha disfrutado desde mediados de los años noventa de un periodo de crecimiento gracias al cambio de paradigma que ha supuesto la estabilidad que se deriva de un comportamiento moderado y predecible de los precios, propiciado por el esfuerzo conjunto de las Administraciones Públicas, de las empresas y de los trabajadores, que han entendido que debían acomodar los incrementos salariales a los permitidos por la mejora de la productividad.

El ciclo virtuoso de la economía española que se inicia con la moderación de los costes de todo tipo, ha tenido como consecuencia la mayor disponibilidad de capitales que han sido reinvertidos en nuestro país, propiciando empleo y aumentando las posibilidades de consumo en calidades mayores a precios cada vez más razonables. Al mismo tiempo, la empresa española está ayudando a consolidar nuestra posición en el exterior.

La confianza de los agentes en el futuro y la estabilidad de precios han permitido extraordinarias tasas de inversión que se sitúan en el origen de la creación de empleo de nuestra economía.

El crecimiento medio de los precios en los últimos cinco años se ha situado en el 2,6%, oscilando desde el 3,6% de media en 1996 al 3,4% de media en 2000. Los datos de inflación de diciembre sobre diciembre de 2000 que sitúan el IPC en el 4% no deben hacernos olvidar que el buen comportamiento de los precios se ha visto distorsionado en los últimos meses por factores exógenos que tienden a remitir y nos permiten ser optimistas con vistas a finales de 2001. Si esto es así, estamos en condiciones de asegurar el mantenimiento de los procesos inversores generadores de empleo que tan buenos resultados han dado hasta la fecha.

Piénsese que la moderación salarial se ha visto acompañada por importantes cifras de creación de empleo, y éste es su mayor beneficio. Esto ha permitido un aumento de la masa salarial, según datos de Contabilidad Nacional, del 6,2% en el último lustro, lo que significa una ganancia real de un 3,6% cada año. Naturalmente, ésta no es la ganancia del poder adquisitivo de cada salario individual, sino la conjunta de la masa salarial, donde se mezclan el efecto de ganancia real del salario, una décima anual, con el de creación de empleo, 3,5 puntos anuales. Bajo este modelo de desarrollo muchos ganamos un poco más, frente a modelos anteriores en los que unos pocos ganaban mucho más. La eficiencia económica en este caso coopera con la equidad y permite ampliar el número de ciudadanos que se ven beneficiados por la marcha de la economía.

Es como en el partido soñado, una situación en la que todos sentados disfrutamos de una gran visión del juego, y si bien es cierto que el primero que se levante verá mejor, también lo es que esto provocará que al final todos nos volvamos a levantar y veamos el partido con incomodidad. Sentémonos entonces y disfrutemos del juego; en él nos va mucho, ya que peleamos por la convergencia real.

Enrique de la Lama-Noriega y Cardús es director de Economía de la CEOE.

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