Estado de emergencia en Siberia
Una terrible ola de frío, con temperaturas de hasta -57º, convulsiona varias regiones rusas
Una copiosa nevada cayó ayer sobre Moscú pero, excepto por eso, nadie diría paseando por la calle o mirando el termómetro, apenas por debajo de 0 grados, que se está en pleno invierno. Nada que ver con lo que ocurre al este de los Urales. Varias regiones de Siberia y del Extremo Oriente se encuentran en situación de emergencia a causa de una ola de frío a la que ni lo más viejos encuentran precedente.
El general Invierno, el mismo que venció a Napoleón y Hitler, se ceba hoy sobre la madre Rusia y pone de manifiesto algunos de sus numerosos achaques. El frío rompe conducciones de calefacción, dificulta la extracción de petróleo y carbón, provoca cortes de energía eléctrica, causa incendios por el uso excesivo de estufas caseras en las casas, corta carreteras y trenes, obliga a evacuar hospitales, mata (sobre todo a los sin techo y a quienes el vodka hace descuidarse) y, si no cierra escuelas, es porque tuvo el detalle de presentarse en toda su crudeza, pero en vacaciones.
Los principales campos de batalla de esta guerra sin cuartel de la naturaleza contra el hombre y las deficientes infraestructuras se localizan en la región de Primorie (capital, Vladivostok, en la costa del Pacífico) y en las siberianas de Kemérovo, Tomsk, Krasnoyarsk, Altái e Irkutsk. En ésta última, muy cerca del lago Baikal (la mayor reserva de agua dulce del planeta), se estudia ya cómo evitar que se cubra de hielo el avión del primer ministro japonés, Yoshiro Mori, que a comienzos de febrero tiene previsto reunirse allí con el presidente Vladímir Putin.
En algunas poblaciones de Kemérovo, el termómetro bajó hasta los 57º bajo cero el 7 de enero, cuando se celebraba la Navidad ortodoxa. En Tomsk, ha descendido estos días hasta los -43º, en Altái hasta los -45º, y en Krasnoyarsk y Vladivostok hasta los -40º. Y se espera que el termómetro no detenga ahí su caída.
La ola de frío, que se inició hace una semana, durará al menos otra. Incluso se hará más dura, aunque parece que no llegará a Moscú, donde los meteorólogos prevén que no se cruzará la barrera de los -20º.
A esa temperatura, e incluso por debajo de ella, los rusos están acostumbrados a echarse a la calle, amparados en su fatalismo y en uno de sus más populares refranes: 'No existe el mal tiempo, sólo ropa inadecuada'.
Las escuelas abren si se está por encima de los -25º, excepto cuando la calefacción falla, algo extremadamente raro en la capital, pero no en las lejanas regiones siberianas.
En Primorie llueve sobre mojado o, para ser más exactos, nieva sobre helado, ya que, desde que llegó el invierno, mucho antes de esta inusual ola de frío, se han venido sucediendo los cortes de calefacción y de energía, en medio de un cruce de acusaciones entre el monopolio eléctrico y las administraciones central y regional. Frío y oscuridad: una terrible combinación.
El gobernador, un sátrapa al que Borís Yeltsin no supo cortar las alas, podría estar en la cuerda floja. Hay quien vaticina que Putin utilizará contra él los nuevos poderes que asumirá en febrero para destituir a líderes regionales implicados en 'crímenes especialmente graves'.
La situación creada por los cortes de suministro ha puesto también las cosas difíciles a Anatoli Chubáis, antiguo factótum político y económico con Yeltsin y actual jefe del monopolio eléctrico, objeto de una polémica reestructuración que esconde una implacable batalla política.
Tampoco el gobernador de Krasnoyarsk, el general y ex candidato presidencial Alexandr Lébed, respira estos días a gusto, con decenas de hospitalizados por congelación, 20 distritos escasos de combustible, los hombres del tiempo pronosticando aún más bajadas de la columna de mercurio y fuentes del Ministerio de Situaciones de Emergencia denunciando la imprevisión de las autoridades locales, que no almacenaron suficiente fuel.
Una crisis que constituye una siniestra paradoja para un país con un gigantesco (aunque obsoleto) complejo industrial, y que además es el primer productor mundial de gas y el segundo de petróleo. Pero eso no basta para vencer al frío, que también causa estragos en Asia Central, Mongolia, Corea, Japón y China. En esta última, los muertos pasan ya de 30.
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