Cinco concejales populares muertos desde el fin de la tregua
José Ignacio Iruretagoyena fue asesinado el 9 de enero de 1998 en su pueblo de Zarautz mediante una bomba colocada en su Opel Kadett de color negro. Dejó esposa y dos niños de seis meses y tres años. Pero ETA había matado ya a otros tres ediles del PP en Euskadi. El primero fue Gregorio Ordóñez, quien recibió un tiro en la cabeza en 1995, mientras almorzaba en un local de San Sebastián.
Pocos meses después, en mayo, era asesinado de dos tiros en la cabeza Tomás Caballero en Pamplona, quien tras la muerte de Iruretagoyena tomó la palabra durante un pleno municipal para pedir a los concejales de HB que instasen a ETA a que dejase de matar.
En aquella ocasión los terroristas no le hicieron caso pero la declaración de alto el fuego en septiembre de 1998 abrió 14 meses de cierta tranquilidad para los 65.265 concejales españoles, de los que 24.624 fueron elegidos en listas del Partido Popular.
En cuanto ETA dio por finalizada la tregua el 3 de diciembre de 1999, volvió al acoso de los ediles, pero incluyó también a los socialistas. Desde entonces ha asesinado a otros cinco concejales del Partido Popular y a tres del PSOE.
Su hasta ahora última víctima es el concejal del PP de Viladecavalls (Barcelona) Francisco Cano Consuegra. Su asesinato el 14 de diciembre pasado en Terrassa con una bomba colocada bajo el asiento del conductor de la furgoneta que utilizaba en su trabajo como fontanero, fue la respuesta de ETA al pacto antiterrorista suscrito por los dos principales partidos dos días antes de ese atentado.
José Ignacio Iruretagoyena era maderero de profesión. '¿A mí que me va a pasar?', le respondió a un veterano militante popular que le regañó por no llevar escolta dos días antes de que fuese asesinado.
