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Cumbre de cuatro presidentes autonómicos para negociar el AVE al año de lanzarse los trazados

El Ministerio de Fomento sacó el 16 de diciembre de 1999 a información pública, tras meses de anuncios incumplidos desde las distintas administraciones públicas y nuevas prorrogas, los seis trazados de la línea de alta velocidad. Lejos de significar el pistoletazo de salida del AVE, el hecho de que el Gobierno central hiciera un número tan elevado de propuestas y, peor aún, de que no presentara una como su favorita y el resto como posibles alternativas, provocó la paralización de la infraestructura.

Así, más de un año después, cuando se supone que ya deberían haberse comenzado a construir algunos tramos, todavía se mantiene la incógnita de por dónde viajarán los modernos trenes que ya preparán las principales empresas de la industria ferroviaria.

A pesar de todo, hay un trazado que parte como favorito y que parece concitar el consenso entre Eduardo Zaplana, José Bono, Alberto Ruiz-Gallardón y Ramón Luis Valcárcel, presidentes, respectivamente, de la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia. Se trata de la modificación de la solución A (conocida también como norte, que pasa por Cuenca) que presentó en junio pasado Álvarez Cascos. Esta solución, que tuvo que pasar también un periodo de exposición pública y que oficialmente ha sido la causante del retraso del proyecto, modifica la solución A para evitar dañar la sierra de Altomira, un paraje de alto valor ecológico que suponía el mayor obstáculo para consensuar este trazado, el más directo entre Madrid y Valencia y con un plus de solidaridad al comunicar por fin la capital conquense mediante un medio de comunicación eficaz. La propuesta de Fomento consistía en evitar la sierra saliendo de Madrid desde el sur por la línea del AVE Madrid-Sevilla, al igual que hacen los trazados conocidos como centro y sur.

De consensuarse esta última solución, tanto Alicante como Valencia quedarían satisfactoriamente unidas con Madrid y en tiempos competitivos, circunstancia que no garantizaba el trazado sur y sus variantes (en la práctica, un AVE a Alicante con un ramal a Valencia que penalizaba el recorrido en 150 kilómetros: poco competitivo en tiempos de recorrido y caro en gastos de explotación).

La decisión de Álvarez-Cascos supuso tirar al cubo de la basura las pretensiones de su antecesor en el cargo, Rafael Arias-Salgado, que apostó por la solución sur (más barata por que en su mayor parte sólo suponía adaptar las vías a mayores velocidades) con el consentimiento de la Generalitat, abiertamente partidaria al igual que los empresarios valencianos de una solución que sólo favorecía de forma clara a Alicante.

Solución salomónica

El trazado A modificado supone en la práctica una solución salomónica entre las pretensiones de todas las autonomias. Incluso podría solventar todas las reticencias suscitadas en Castilla-La Mancha, partidaria desde un principio de la solución integral (D en el estudio informativo de Fomento) ya que obligaba a pasar necesariamente a todos los trenes por Cuenca y Albacete. De elegirse finalmente, José Bono, único presidente del PSOE en la reunión de hoy, podría situar a Cuenca como estación intermedia (no necesariamente parada obligatoria) en todos los recorridos y a Albacete como el nudo distribuidor sur en las circulaciones a Alicante y Murcia.

Además, la conocida ya como solución Cascos supone una ventaja para Bono: pasa a apenas una decena de kilómetros de Toledo y sitúa a esta ciudad como nudo de comunicaciones para enlazar las capitales mediterráneas con la línea de alta velocidad que el plan de infraestructuras del Gobierno prevé para comunicar Madrid con Extremadura y Lisboa.

La cumbre de hoy, la primera que reúne a los máximos representantes autonómicos, servirá para que todos vendan la negociación como un logro regonal. Por lo menos, llevan un año hablando de consenso.

Dos líneas de alta velocidad y el arco mediterráneo con vía europea

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