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La pujante China entra en el 'mundo'

La economía internacional toma posiciones ante el ingreso inminente de Pekín en la OMC

Cristina Galindo

Fotografiar los símbolos típicos del comunismo empieza a ser más complicado en China. Anuncios de refrescos, comida rápida importada, boutiques de moda occidental. 'Shanghai parece Nueva York, todos quieren ganar dinero', indica Richard Cardiff, gestor de fondos asiáticos en Chase Fleming. Son señales de los coqueteos, iniciados en 1978, con la economía de mercado. Pero 2001 acelerará los cambios. La entrada del país en la Organización Mundial del Comercio (OMC), prevista para este trimestre tras 14 años de negociaciones, marcará un camino sin retorno hacia la apertura del mercado chino al capital privado. El impacto en la economía mundial promete ser enorme.

'China va a ser una gran tienda', vaticina Cardiff. Con 1.300 millones de habitantes (el 25% del total mundial), la República Popular es ya la séptima economía tras acabar el año 2000 con un producto interior bruto (PIB) estimado de un billón de dólares. La irrupción en el escenario económico mundial del gigante asiático despierta sentimientos encontrados entre las grandes potencias. Si bien el mercado chino es un plato jugoso para muchas compañías extranjeras ávidas de acometer inversiones en un marco legislativo más controlado, Pekín amenaza con convertirse en un serio competidor fuera de sus fronteras.

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Ahora supone un 3% del mercado mundial. Entrar en la rueda del mundo (así llama la prensa local a la OMC) le permitirá triplicar esa cuota en 20 años, según Andy Xie, economista de Morgan Stanley Dean Witter en Hong Kong. 'Si la previsión no falla, la repercusión será considerable'.

Efecto 'ambivalente'

Afinar más en cómo la 'economía de mercado socialista' (eufemismo con el que Partido Comunista ha bautizado la apertura) afectará al mapa mundial no es fácil. 'Será ambivalente: mayor apertura del mercado chino, pero también mayores exportaciones de sus productos a los mercados de los países desarrollados, que ya tienen fuertes déficit bilaterales', explica Pablo Bustelo, profesor de Economía y director del Grupo de Estudios Económicos de Asia Oriental en la Universidad Complutense. Sólo el crecimiento de la próxima década marcará el impacto neto en la economía internacional.

China tampoco será un socio fácil para la propia OMC. La organización jamás ha tenido que digerir un país de ese tamaño. Se han negociado 36 acuerdos bilaterales, además del protocolo general, como parte del proceso de admisión. ¿Cómo se resolverán los litigios comerciales en un panorama tan enrevesado? 'No hay planes especiales para China', explica un portavoz en la sede de la OMC en Ginebra. 'No es lo usual y, de todas formas, sería imposible sin conocer las condiciones definitivas de admisión'.

A Pekín todavía le quedan algunos escollos antes de cerrar su contrato comercial. Ya ha cerrado los acuerdos difíciles (con EE UU y la Unión Europea). Cuando se daba por sentado que la firma llegaría a finales de 2000, China se ha encontrado con un hueso inesperado: 'México se ha convertido en la última barrera', indica Xie. China y México compiten en inversiones y exportaciones en el mercado estadounidense, donde ambos suponen el 19% de las importaciones. Los mexicanos recelan. Algunas empresas chinas han vendido a EE UU desde México para sacar partido de que es socio de los estadounidenses en el Tratado de Libre Comercio. La estrategia mexicana retrasará el ingreso, pero no lo bloqueará. Pekín es una prioridad en Washington.

La entrada de China en el club mundial del comercio será la culminación de los cambios acometidos desde que, en 1978, Deng Xiaoping proclamara su 'apertura al mundo'. El PIB crece a una media del 9,3% anual gracias a la bonanza exportadora. Desde 1978, su cuota en la economía internacional ha pasado del 0,3% al 3%. Las empresas privadas contribuyen con un 33% del PIB chino, frente al 37% de las estatales. La aportación del sector privado a la industria es difícil de calcular. Muchos negocios clasificados como colectivos oficialmente son firmas privadas disfrazadas. China Economic Quaterly, una publicación independiente, la cifra en el 50%.

La participación se reduce al 37% en los servicios, porque la proliferación del mercado negro no deja ver que es un sector eminentemente privado. Telecomunicaciones, banca y distribución siguen bajo monopolio público. Los críticos recurren a la persistencia del control estatal para alertar de que China será fuente de consternación constante en la OMC -comprometida con los principios del libre comercio- si las exigencias de ingreso son débiles.

Lo más duro está por llegar

Para China, la parte más dura viene ahora. Debe adaptarse a las reglas mundiales, abrirse al exterior y, a la vez, poner a prueba una economía interior que, para muchos, no está lista para competir con el extranjero. Las empresas estatales (el 90% del tejido industrial) acumulan deudas de entre 300.000 y 500.000 millones de dólares y han puesto en la calle a 20 millones de empleados. Enrique Fanjul, ex delegado comercial en Pekín y responsable de la Asociación de Empresas Chino-Españolas, sostiene que a las autoridades chinas no les vendría mal que la entrada en la OMC se retrasara.

Pero, aunque la economía crece a buen ritmo, la cuestión es si será suficiente para emplear a los 18 millones de trabajadores que, según algunas estimaciones, engrosarán las listas de parados de larga duración y si el Gobierno podrá contener tanto descontento social.

La balanza de riesgo y recompensa se inclina a favor de reformas estructurales y de mercado, base de una segunda etapa de crecimiento. 'Los beneficios a largo plazo compensarán los costes', matiza Fanjul. Los economistas chinos predicen que la entrada en la OMC creará 12 millones de trabajos. Las consecuencias serán negativas a corto plazo por el aumento de las importaciones. Mucho van a sufrir los agricultores, que venden su trigo un 75% más caro que el precio fijado en el mercado internacional. 'La parte más complicada será el caos que se producirá tras la previsible apertura financiera y política', pronostica John Shuhe Li, ex asesor del Banco Mundial. A China se le han acabado las reformas fáciles.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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