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VISTO / OÍDO
Columna
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Balas de uranio

El uranio empobrecido se usa para hacer proyectiles: además de la capacidad de la bala tiene la de formar una especie de aire radiactivo que se puede respirar y mata: a veces, hasta los cinco años no se advierten sus daños. La leucemia o el linfoma se ha encontrado ya en soldados italianos que estaban en la zona de los Balcanes donde se bombardeó en una misión humanitaria. Parece que hay también un par de españoles, quizá más: no hay seguridad, porque Italia está más abierta a la información y a la crítica. Mussolini duró menos que Franco, y eso se nota. Además, le mataron, y eso se percibe en los continuadores de su poder.

La cuestión está en saber cuántos balcánicos de los que fuimos a salvar están ahora impregnados de ese perfumador mortal, en cuántos pulmones se ha alojado y luego diseminado, y cómo trabaja en ellos la radiación. Y cuántos han muerto. De eso no se habla, y quizá con razón: el enemigo mejor es el enemigo muerto. La única duda está en saber si realmente eran enemigos o no. Puesto que íbamos todos a salvarles de la dictadura de Milosevic mediante el uso de balas de uranio que no tenían que estar especialmente dirigidas contra Milosevic, en la lógica de las cosas está el que algunos de los salvados muriesen de una forma o de otra, y en una última escala de la verdad la muerte por radiaciones permite más años de vida que la bala directa, en la moral castrense de que la vida es un factor de guerra y que su duración es un valor.

Muchas de las personas que ahora pueden estar contaminadas no habían nacido entonces; muchas de las que lo estarán no han nacido todavía, y yo recomendaría a albaneses y kosovares que utilizaran anticonceptivos, a pesar de papas y patriarcas y rabinos y ulemas que, como ya se sabe en los mundos un poco más reflexivos, no tienen nada que ver con la realidad. ¿Tiene algo que ver el Tribunal de Crímenes de Guerra? Probablemente no, porque las 50.000 balas de uranio empobrecido, y los cientos de millares de otras clases, no eran para una guerra, sino para una pacificación.

No se juzgan las Pacificaciones. Ni los Humanitarismos. Sobre todo, cuando estas balas están disparadas por la Democracia y por la Libertad, y ya se ve que lo han conseguido: Milosevic no ha ido por la fuerza, sino por unas elecciones libres y bien vigiladas para que no haya trampas. Es el triunfo de la razón sobre la leucemia.

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