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VISTO / OÍDO
Columna
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Criminales

La repentina adhesión de Clinton al Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, después de años de silencio, sólo se puede ver desde un punto de vista religioso: terminar la presidencia con una buena acción. O diabólico, dejárselo en herencia a Bush, que lo odia. Tanto, que quizá no se cumpla nunca: el Senado es aún republicano, y el que ocupará su lugar tiene, como mayoría republicana, el voto de calidad de su presidente.

Este periódico es viejo partidario del Tribunal porque tiene un alma bondadosa y fe en la justicia. A mí se me permite tener mi turbia almita, y estoy en contra. Primero, el verdadero crimen de guerra es la guerra. Segundo, los tribunales sólo castigarán los crímenes de los que pierden: en España o en Núremberg. Y en el París de la liberación. Y en los Balcanes. He visto proclamar hombre del siglo a Churchill por el mismo periódico que en España elige a Aznar (El Mundo) y siempre pensé que era un criminal de guerra vocacional, un soldado aficionado: a favor de Estados Unidos (contra España) en Cuba (¡y vaya criminales de guerra, por cierto, los españoles! El general Weyler), en la guerra de los boers; en Londres, cuando siendo ministro mandó colocar los cañones contra una casa donde se habían refugiado unos anarquistas y los exterminó; cuando organizó el cordón sanitario y el cuerpo expedicionario contra la Rusia que destronó a los zares; cuando, en la Guerra Mundial, destruyó Dresde; y Hamburgo, equilibrando así el crimen de guerra que cometería Truman con las bombas atómicas en Japón. Todo ello lo coronaron con el Tribunal de Crímenes de Guerra, que mandó ahorcar en nombre de ellos dos y de Stalin a los supervivientes nazis.

Veo Bosnia, veo Serbia, veo Israel y los niños y mayores palestinos enterrados. ¿Podría ser criminal de guerra el mismo Clinton, cuyo Ejército bombardeó a los civiles de Yugoslavia desde la impunidad, creando la primera guerra sin bajas de la historia? Probablemente será el primer acontecimiento del siglo XXI antes de la fecha. ¿Podría denunciarse a Solana por haber mandado esos bombardeos desde la civilización occidental? Mejor, en estos casos, que no haya tribunales de crímenes de guerra. Por eso los republicanos de EE UU tienen razón: no se vaya a adoptar una ley que luego se cumpla contra ellos. ¿Qué sería de los criminales americanos de Vietnam? (El fotógrafo Manolo Navarro viene de allí: ha visto nacer niños deformados por el agente naranja y las armas químicas americanas en la guerra que perdieron).

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