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La nueva ETA impone el repliegue político de EH y frena su expansión

El desánimo generalizado en los militantes produce una avalancha de abandonos en silencio

La nueva ETA ha impuesto en Herri Batasuna una dinámica de retroceso en el proceso de expansión política y social iniciado con la tregua, al convertirse en Euskal Herritarrok (EH), la sigla adoptada antes del Pacto de Lizarra para recoger los frutos del alto el fuego. El regreso a los atentados salvajes ha frenado en seco esta apertura simbolizada en EH, que le proporcionó un crecimiento electoral espectacular hace dos años al aproximarla a sectores sociales que ahora se le han distanciado sin posible vuelta atrás. Todos los sondeos registran este repliegue.

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Desánimo generalizado

La izquierda abertzale se encuentra inmersa en pleno proceso de debate interno, denominado Batasuna (Unidad), con el que HB pretendía abordar su "refundación" como formación política nueva, capaz de concitar la unidad y de aglutinar en torno suyo a otras fuerzas populares y de izquierda. Pero este debate, que se inició hace ahora un año al calor de la tregua, ha saltado por los aires por la interferencia de ETA, cuyos atentados salvajes han ahuyentado del núcleo duro y militante de HB a los nuevos sectores sociales, especialmente muchos de los relacionados con la lengua y la cultura vascas, que se le aproximaron en tiempos de tregua para apoyar a la izquierda abertzale con la esperanza de alcanzar la paz.El debate Batasuna, iniciado hace un año, languidece en medio de una apatía abrumadora, según coinciden en señalar distintas fuentes internas consultadas. La asistencia de simpatizantes a las asambleas locales ha retrocedido de forma considerable en comparación con épocas anteriores. En la localidad guipuzcoana de Hernani, por ejemplo, una plaza fuerte de la izquieda abertzale, se están registrando asambleas de 70 personas frente a las más de 130 que llegó a haber en los tiempos de distensión. En San Sebastián la asistencia ha retrocedido a menos de la mitad de lo que registraba en otra época. Y en un pueblo de cerca de 12.000 habitantes con 800 votantes de HB se han contado seis personas en sus asambleas.

Esta indiferencia ha desnaturalizado también un debate que, al menos esta vez, ofrecía la posibilidad de escuchar una voz netamente contraria a la violencia, como la de la ponencia Aralar, liderada por el abogado navarro Patxi Zabaleta. Sus impulsores denunciaron el dirigismo del proceso y las dificultades que están encontrando para defender su postura, pero Aralar ha servido al sector oficial de HB de coartada para ratificar la "pluralidad" ideológica interna.

"Es verdad que a la corriente Aralar le han dejado hablar y que en su discurso disiente de la lucha armada", declara un buen conocedor del proceso, "pero la trampa de este debate aparentemente abierto está en que no va a tener ninguna traducción práctica, porque ya está establecido el límite de la discusión y ni siquiera va a haber manifestaciones públicas de esa diferencia que puedan dar juego contra ese mundo".

"La impresión que hay es que la dirección oficial de HB, independientemente de la participación, busca reforzarse con una mayoría contundente. Está tratando de convencer de que la disidencia es estéril; que con actitudes fraccionadas no se va a conseguir nada, y sólo estando apiñados se podría lograr una nueva tregua", insiste otra fuente.

Esta situación ha producido una avalancha de abandonos silenciosos y un desánimo generalizado entre quienes desde las proximidades de la izquierda abertzale no están dispuestos a apoyar de nuevo una fuerza política sometida y dirigida por una organización militar. "No entienden a la nueva ETA, y menos después de atentados como los asesinatos de Korta [presidente de la patronal guipuzcoana, muerto en agosto], Lluch o las bombas contra periodistas o contra la Universidad, como la colocada en el ascensor de la Facultad de Periodismo, que han hecho exclamar a más de uno: "Si ya nos fuimos radicalizando, ahora ¿hacia dónde vamos?", explica una persona próxima a HB.Esta presión iniciada por la nueva ETA contra el nacionalismo moderado y los sectores que le apoyan es precisamente el aspecto que ha generado el mayor rechazo entre los círculos hasta ahora cercanos a HB y puede tener consecuencias irreversibles. Por ejemplo, romper de raíz los apoyos históricos que ha tenido HB y que se volcaron durante la tregua y, a la vez, desplazar este sentimiento de afinidad y de solidaridad hacia el PNV y EA. El manifiesto titulado El silencio no es cobijo, firmado en octubre por decenas de intelectuales vascos contra la estrategia etarra, es un reflejo más de los movimientos en esta línea.

Aunque cuantitativamente no sea significativo, el reciente abandono de sus puestos de concejales de EH en Vitoria, Balmaseda y Ermua, es un dato que refleja esta desesperanza que ha impregnado a muchos de los que confiaron en que su apoyo político y personal a HB iba a servir para consolidar la tregua de ETA.

"Se les está haciendo la casa irrespirable", afirma otra fuente. Y añade que "la inteligencia euskaldún está ya fuera de su control". HB ha perdido los apoyos euskaltzales [los que trabajan en torno al euskera]. No resulta difícil escuchar en privado descalificaciones directas de los atentados de ETA entre quienes han sido su soporte político. "En privado, todo el mundo te dice que no entiende", afirma un ex militante de HB. "Incluso se preguntan cuánto va a durar esta ofensiva que tiene aire de desvarío, de algo incontrolado", añade.

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