¿Democráticos?
Se habla mucho del terrorismo y, según las últimas encuestas, la mayor parte de la población española lo considera el principal problema del país. Todo el mundo da su opinión y, según una máxima que demagógicamente suele extraerse de lo que se considera un Estado democrático, todas las opiniones son respetables. Muchos (y lo más preocupante es que la mayoría son gente de mi edad, de entre veinte y veinticinco años) proclaman ante quien quiera escucharlos que para acabar con ETA hay que eliminar a todos los etarras. Ya se sabe: ojo por ojo y diente por diente. La cuestión es la siguiente: si la opinión de los terroristas no merece ser respetada, porque la expresan matando, porque son asesinos, ¿por qué son válidas las de quienes, si tuvieran los medios a su alcance, actuarían como ellos? No, no todas las opiniones son respetables. Para que lo sean deben al menos ajustarse a los principios básicos del Estado de derecho; entre ellos, el respeto a los derechos humanos de todos.-
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