Recuperar el consenso en El Ejido
El juego de la democracia se basa en buena medida en la dialéctica entre gobierno y oposición y en la confrontación de las diferentes alternativas ante los problemas y necesidades de la sociedad y los ciudadanos. En una situación de normalidad democrática, el disenso entre gobierno y oposición no tiene más trascendencia que la de comprobar, con el paso del tiempo, quién tenía razón o quién estaba equivocado. Y, normalmente, si la percepción de los ciudadanos es la de que se equivoca el que gobierna y/o acierta la oposición, la cuestión se suele saldar con un cambio de mayoría y, por tanto, de gobierno.Hay problemas, no obstante, que por su trascendencia para la comunidad y por la gravedad de sus repercusiones para la inmensa mayoría de la sociedad, deben quedar fuera de la confrontación partidaria. Todos somos conscientes de que la defensa de la democracia, del sistema de libertades o de la seguridad nacional (la lucha contra el terrorismo o contra los intentos de involución política), requieren del consenso de todos los partidos políticos democráticos. En cuestiones del calibre de las mencionadas, la demagogia o el electoralismo deben ser rechazados de pleno.
La política municipal no escapa a estas consideraciones. Muy al contrario, creo que el hecho de que en los municipios los adversarios políticos mantengan relaciones de vecindad hace necesario que mantengan un buen tono en su comunicación.
En estas escuelas de formación para la democracia que deben ser los ayuntamientos es necesario que el consenso abarque todos los campos en los que sea posible.
La breve historia del municipio de El Ejido ha tenido dos etapas bien diferenciadas en relación con esta cuestión. La primera etapa, que llega hasta el año 1991, se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda del consenso.
Los beneficios que obtuvo El Ejido, gracias a esta forma de proceder, son más que conocidos, sobre todo en lo referente a equipamientos e infraestructuras: el hospital comarcal, la autovía, el parque de bomberos, el consorcio de residuos sólidos, etcétera.
Pero los beneficios no se limitaron a los aspectos materiales, El Ejido, durante este periodo, consolidó su liderazgo comarcal y proyectó una imagen en el exterior positiva y dinámica. La segunda etapa, que abarca desde 1991 hasta a actualidad, está dominada por el desencuentro entre el gobierno municipal y la oposición. Los resultados de este cambio están, desgraciadamente, a la vista de todo el mundo. El Ejido ha perdido el liderazgo comarcal y se ve sumido en un aislamiento que lo hace vulnerable a los ataques que viene recibiendo su imagen.
No es éste el momento de buscar culpables a esta situación. La gravedad de los problemas que aquejan actualmente a nuestro municipio es de tal magnitud que entrar en ese debate resultaría contraproducente para los intereses generales de nuestra sociedad.
Es el momento de buscar soluciones. Para hacer frente a los innumerables problemas que tenemos como sociedad, podemos y debemos abordar muchas tareas pendientes, pero ninguna tan importante como rehacer la convivencia entre nosotros y recuperar el espíritu de consenso.
Ninguna otra medida nos dará más fuerza para resistir los ataques presentes y futuros. Ninguna otra medida puede garantizarnos un futuro de esperanza y progreso.- Serafín Balaguer Palmero. Secretario general municipal del PSOE de El Ejido (Almería).
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