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Los niños-soldados no podrán ser acusados de crímenes de guerra

La ONU limita la responsabilidad penal en la guerra de Sierra Leona

Ramón Lobo

Los niños-guerrilleros de Sierra Leona no tendrán que enfrentarse a un juicio. El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó en la madrugada de ayer una resolución en la que recomienda limitar la responsabilidad penal de estos combatientes. Aunque no se menciona una edad concreta, se refiere a los menores de 18 años. La decisión, centrada en el caso de Sierra Leona, afecta a decenas de miles de niños-soldados en África.

Amnistía para los jefes

Sólo en Sierra Leona, Naciones Unidas estima la existencia de casi 6.000 niños-guerrilleros; unos en activo; otros, ya desmovilizados. En guerras como la de Angola, Congo-Kinshasa o Sudán, los ejércitos combatientes están compuestos casi en exclusiva por menores. Este problema, junto al sida, son las mayores tragedias del continente, pues cercenan el futuro de sus nuevas generaciones.La resolución de la ONU desestima la recomendación de su propio secretario general, el ghanés Kofi Annan, quien sugería establecer la barrera de responsabilidad penal en los 15 años. La presión de Unicef y el dictamen del departamento legal de la propia ONU han bloqueado la inicativa. Aunque en el texto adoptado el miércoles no se hace referencia alguna a la edad, una fuente estadounidense, citada por la BBC, considera "muy improbable que se persiga a los menores de 18 años".

Los niños-guerrilleros de Sierra Leona, encuadrados en las unidades de la guerrilla del Frente Revolucionario Unido (RUF), han asesinado, violado y cortado manos; son los responsables directos de la brutal ofensiva sobre Freetown en enero de 1999.

Muchos de ellos fueron raptados de sus aldeas en el interior del país cuando apenas contaban seis o siete años de edad; se les forzó a asistir al asesinato de sus padres y hermanos (un sistema del RUF para quebrar todo vínculo familiar); recibieron entrenamiento y fueron forzados a guerrear bajo el efecto de las drogas y con la amenaza de ser ejecutados en caso de desobediencia. Estos niños son, a juicio de las organizaciones humanitarias y misioneras que tratan ahora de recuperarlos, otro tipo de víctimas del horror.

En Lakka, un pueblecito situado a 30 kilómetros de Freetown, unos misioneros javerianos se esfuerzan en mantener en funcionamiento, a pesar de la escasez de fondos internacionales, el centro de Saint Michel para la rehabilitación de estos niños desmovilizados. Allí les alimentan, escuchan sus terribles historias, les enseñan oficios varios y tratan de reinsertalos en la sociedad civil. Del éxito de esta experiencia piloto dirigida por el misionero español Chema Caballero puede depender el futuro de decenas de miles de niños-guerrilleros o soldados en todo el continente africano.

Juzgar a estos niños por crímenes de guerra, mientras que el acuerdo de paz firmado en Lomé (capital de Togo) en julio de 1999 por el Gobierno de Sierra Leona y la plana mayor del RUF contempla la amnistía para sus jefes, parecería un contrasentido.Sierra Leona no cuenta, a diferencia de la antigua Yugoslavia o Ruanda, con un Tribunal Penal Internacional para castigar los crímenes de guerra. Por falta de presupuesto, el tribunal penal de Sierra Leona será local, con jueces nacionales, donaciones privadas y asesoramiento exterior. En la misma reunión del Consejo de Seguridad, en la que se adoptó la resolución sobre la edad de responsabilidad legal, los embajadores decidieron mantener este tribunal de Sierra Leona en un perfil bajo.

No lejos de Lakka, en la parte sur de Freetown, existe un campamento llamado Sinan Fakwamu for Tumara (Esperanza Para Mañana); en él se hacinan decenas de personas con las manos, brazos o piernas amputados; son las víctimas de los niños-soldados. Ese campo, regido por Médicos Sin Fronteras y Handicap International, tampoco cuenta con generosas ayudas internacionales. En Tumara, algunos mutilados también se refieren a los niños-soldados como víctimas de la guerra.

El jefe histórico del RUF, Foday Sankoh, responsable de la política de secuestro de niños en Sierra Leona y de su utilización como combatientes, está en prisión. Pero sus presuntos delitos se limitan a los cometidos después de la amnistía de 1999; la política de manos cortadas le ha sido perdonada por los acuerdos de paz.

La resolución de la ONU recomienda el establecimiento de una Comisión de la Verdad, similar a la que puso en marcha el Gobierno de Nelson Mandela tras liquidar el régimen del apartheid en Suráfrica. Ante esa comisión, en la que no se contempla la posibilidad de un castigo penal, los niños-guerrilleros podrán ser llamados a declarar. El caso de Sierra Leona es de los más llamativos; pero existen decenas de miles de niños implicados en el turbio negocio de la guerra en toda África.

Los niños son excelentes combatientes, pues carecen de capacidad para medir el riesgo, por eso suelen ser feroces luchadores. Las niñas, raptadas también de sus aldeas, son empleadas en los frentes de batalla y como esclavas sexuales de sus jefes, los únicos que ya fueron amnistiados.

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