Los dos rostros de Putin
Ha pasado un año desde que Borís Yeltsin dejó el Kremlin y Vladímir Putin se convirtió en presidente. Un año (...) sin los vacíos de poder y las extravagancias del largo declive yeltsiano. (...) A pesar de los miles de problemas que afligen a Rusia, a pesar de la tragedia del Kursk y la guerra de Chechenia, el país (...) está recuperando una cierta dignidad a nivel internacional, y la situación interna (...) es cada vez menos confusa y precaria. Hay dos factores que han contribuido a esta mejora. El primero es económico: el aumento de los precios del petróleo y la devaluación del rublo han dado oxígeno a una economía que se estaba ahogando desde la mitad de los años ochenta. El segundo es político: (...) la puesta en marcha de ciertas reformas y la imagen de firmeza que Putin ha transmitido a los rusos. Es claro que esto no significa que Rusia esté perfectamente gobernada. Significa sólo que se han dejado atrás los enfrentamientos institucionales, los saqueos de las bandas político-financieras, la parálisis política de los últimos años de Yeltsin.(...) Ciertos rasgos de la presidencia de Putin, que se declara democrática y liberal, recuerdan a la Rusia soviética de una forma más que simbólica. No hay nada de democrático ni de liberal, por ejemplo, en la persecución a la que han sido sometidos el grupo de comunicación Mediamost. (...) Pero lo que más inquieta es que la ofensiva contra Mediamost, (...) los ambientalistas y las asociaciones que exigen el respeto de los derechos humanos en Chechenia, se lleva a cabo (...) al estilo KGB (...).
Sandro Viola
Roma, 27 de diciembre
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