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California sufre continuos cortes de luz tras la desregulación del sector

Enric González

La crisis energética de California llegó ayer a la Casa Blanca, convertida en un problema nacional que amenaza a toda la Costa Oeste. El gobernador californiano, Gray Davis, se reunió con Bill Clinton para pedirle ayuda en su esfuerzo por evitar los cortes de suministro eléctrico. Davis ya había hablado la víspera con el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, y el secretario del Tesoro, Lawrence Summers, sobre las catastróficas consecuencias de la desregulación del sector eléctrico en el Estado más rico y populoso.

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Reflote de las distribuidoras

Factores detonantes

La de California fue la primera desregulación eléctrica en Estados Unidos. Y todos (legisladores, técnicos, analistas) se preguntan ahora cómo pudo salir tan mal. Entre 1996 y 1998 se intentó crear un mercado libre y transparente, por lo que las empresas productoras fueron desgajadas de las compañías suministradoras (aunque las primeras siguen siendo accionistas mayoritarias de las segundas) y se constituyó una agencia central, de titularidad pública, como intermediaria entre fabricantes y distribuidores. De esta manera, supuso el Parlamento californiano, no existiría posibilidad de manipular los precios. La agencia central compraría y vendería a precios de mercado. Como cautela, se impuso un límite a las tarifas cargadas al consumidor, vigente hasta 2002.

Además, se impuso a las compañías productoras que dieran prioridad al pago de su deuda acumulada. Y se endureció un poco más la legislación medioambiental. Estos dos factores fueron el detonante de la catástrofe, porque impidieron la construcción de nuevas centrales eléctricas: por un lado, los trámites administrativos eran casi insuperables; por otro, las compañías dejaron de invertir en renovación de equipos y se concentraron en el saneamiento financiero. Un año muy seco, un verano caluroso en el que los aparatos de aire acondicionado no dejaron de funcionar, y un brutal aumento de la demanda por la proliferación de compañías de alta tecnología, hicieron el resto.California se encuentra al borde del apagón porque no dispone de la electricidad necesaria. Cinco millones de hogares ya han sido advertidos de posibles "restricciones" en el suministro. El secretario de Energía, Bill Richardson, tuvo que recurrir el 21 de diciembre a unos poderes ejecutivos raramente utilizados para ordenar a los productores de otros estados que proporcionaran energía a California, aunque sus propios clientes quedaran desabastecidos.

Los gobernadores de los Estados de Wyoming, Colorado, Utah, Washington y Oregón constataron que el problema les engullía, ya que la obligación de mantener en marcha la economía californiana les condenaba a padecer restricciones en sus propios Estados.

"California recibía energía de Washington en verano, cuando utilizan el aire acondicionado, y Washington la recibía de California en invierno, cuando necesitamos calefacción. Este mecanismo se ha roto, y cuando llegue enero sufriremos dificultades gravísimas", dijo Gary Locke, el gobernador de Washington. Locke y los demás dirigentes afectados se quejaron, además, de que mientras en California existía un límite sobre las tarifas, sus ciudadanos tenían que soportar un progresivo encarecimiento.

Los precios regulados hacen temer la quiebra de Pacific Gas & Electric y Southern California Edison, las dos grandes suministradoras de energía eléctrica californianas. Todas las reservas de estas compañías, de 8.000 millones de dólares (1,4 billones de pesetas), se han esfumado para compensar la diferencia entre el precio que pagan a la agencia central (1.400 dólares el kilovatio-hora) y el que cobran a los consumidores (menos de 50 dólares). Las compañías productoras, mientras tanto, acumulan los beneficios de cobrar la energía.

Los gobernadores de los Estados afectados pidieron la semana pasada al secretario Richardson que investigara a los productores, y expresaron su sospecha de que estaban encareciendo artificialmente los precios.

También pidieron que los consumidores californianos asumieran "su parte del problema", pagando la electricidad al precio real de mercado. "Eso es imposible: algunos hogares tendrían que hacer frente a facturas de hasta 80 dólares (casi 15.000 pesetas) al día", declaró el gobernador de California.

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