El futuro del monopolio eléctrico ruso enfrenta a los hombres de Putin
Todos en la cuerda floja
Una feroz lucha entre los grupos reformistas que apoyan al presidente, Vladímir Putin, se ha desatado en el último mes del año. Los combates se libran en torno a los planes de reforma de la compañía Sistemas Unificados de Energía (SUE), el monopolio de la electricidad, pero el problema político de fondo es cuál de los grupos tiene mayor influencia sobre Putin. La lucha por acceder al oído presidencial, que se daba en tiempos de Borís Yeltsin, se repite hoy.Los principales enfrentados en este conflicto son, de una parte, Anatoli Chubáis, presidente de SUE y el padre de la privatización rusa, y el primer ministro Mijaíl Kasiánov; y de otra, Alexandr Voloshin, jefe de la administración presidencial, quien encabeza además el Consejo de Directores de SUE, y Andréi Ilariónov, asesor económico de Putin. El primero y el último protagonizaron hace una semana una discusión televisiva, que terminó a gritos y con acusaciones mutuas de mentir.
Las tensiones subterráneas existentes afloraron al debatirse la crucial reforma del monopolio de la electricidad. Chubáis desea verlo dividido en numerosas compañías independientes con el objetivo de crear un mercado competitivo gracias al cual los precios se mantendrían bajos. Ilariónov también desea una reforma de la SUE, pero no la de Chubáis, ya que, en su opinión, ésta no se hace en interés ni del Estado ni de los inversores minoritarios, sino de los gerentes.
El Gobierno aprobó este mes las líneas generales del plan presentado por Chubáis, pero inmediatamente después Voloshin denunció que el texto discutido por los ministros no era el que se había acordado antes con la administración presidencial, que había presentado modificaciones al proyecto inicial.
Putin ha preferido guardarse todas sus cartas. "Valoro tanto las acciones del Gobierno como las críticas de Ilariónov"; éste ha sido el único comentario.
Ahora, los principales participantes en el conflicto se hallan en la cuerda floja y los cambios del milenio en la política rusa podrían comenzar con la caída de cualquiera de ellos. El viernes, mientras Putin y Chubáis inauguraban en presencia del presidente ucranio, Leonid Kuchma, el primer bloque de la Central Térmica del Noroeste en San Peterseburgo, Voloshin se reunía en Moscú con los accionistas minoritarios de SUE. Aunque no hubo comentarios oficiales después de la reunión, se sabe que el Estado, representado por Voloshin, y los accionistas minoritarios se pusieron de acuerdo en disminuir al 50% los votos necesarios para destituir al presidente de SUE, puesto que ocupa Chubáis. Esta cláusula debe ser aprobada con los tercios de los votos por el Consejo de Directores, lo que no debe presentar ningún problema tomando en cuenta que el Estado tiene poco más de la mitad de las acciones de SUE y los accionistas minoritarios el 30%.El Kremlin tiene muchas razones para estar descontento con Chubáis. Su gestión como presidente de SUE ha sido muy criticada; fue elegido el peor mánager del año y las acciones de la compañía han caído en picado. Pero más importante es la posición política de Chubáis, el único personaje cercano al Kremlin que se atreve a criticar al presidente; la semana pasada, junto con sus colegas de la Unión de Industriales y Empresarios, escribió al fiscal general, Vladímir Ustímov, expresando su preocupación por la esencia política del caso Gusinski. Pero Putin también tiene motivos para estar descontento de Kasiánov, a cuyo Gobierno se acusa de no haber apovechado la excelente coyuntura económica del año ni haber preparado las bases legales para impulsar las reformas. Voloshin es considerado miembro de La Familia, como se conocía al entorno de Yeltsin, y se ha dicho que Putin prepara a un hombre de su propio equipo para encabezar la administración presidencial.
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