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Crítica:FLAMENCO - CARMEN LINARES Y ESPERANZA FERNÁNDEZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos cantaoras inspiradas

Concierto para dos voces flamencas, apostillan en el programa de este concierto correspondiente al ciclo programado por el Ayuntamiento para el cambio de milenio, ciclo al que califican, asimismo, de Músicas para el siglo XXI. Yo no sé si la música que oímos anoche será el flamenco del próximo siglo, pero, si así fuera, vamos bien encaminados. Una música hermosa, llena de intensidad y realmente con un notable contenido emocional.Dos músicos jóvenes como el percusionista Guillermo McGills y el guitarrista José Carlos Romero nos ofrecieron unas composiciones llenas de frescura, impregnadas de modernidad, sin abandonar los cauces del más digno flamenco, lo que supone un avance sustantivo sobre los usos y abusos que tanto conocemos porque tanto los sufrimos.

El júbilo y la melancolía

Cante: Esperanza Fernández y Carmen Linares. Música: Guillermo McGills y José Carlos Romero, quienes actuaron personalmente con amplios grupos musicales. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 23 de diciembre.

Dos voces flamencas. Dos voces de mujer. Dos cantaoras, en fin, que por derecho propio figuran entre las mejores del cante femenino de nuestra época. Esperanza Fernández, gitana y trianera, perteneciente a una familia de casta, cantó al júbilo. Fue la parte musicada por el uruguayo McGills, quien ya ha mostrado su gran calidad en la composición flamenca en ese hermoso disco titulado Los sueños y el tiempo. Música rica en melodía y transmisión. Las letras quizá no fueron tan afortunadas, pero la interpretación de Esperanza Fernández, con voz limpia y un contenido lirismo, tuvo un sentimiento y una convicción determinantes.

En la segunda parte, Carmen Linares cantó a la melancolía. Sobre hermosos poemas de José Luis Ortiz Nuevo y con la música de José Carlos Romero -cuya guitarra fue una maravilla acompañando al cante-, la cantaora estuvo particularmente afortunada, en una de las mejores actuaciones que le hemos oído en los últimos tiempos. Su voz sonó desgarrada y tremendamente jonda. El acompañamiento de un nutrido grupo musical no diluyó el acento flamenquísimo de todos los temas que cantó, el último de los cuales, unas tonás hechas a voz sola y en tono inusualmente grave, fue realmente impresionante.

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