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Hipólito G. Navarro compara la Sierra de Huelva con Macondo en una novela

Hipólito G. Navarro compara la Sierra de Huelva con Macondo -el lugar imaginario lleno de magia creado por García Márquez- en su novela Las medusas de Niza (Algaida Editores). Navarro (Huelva, 1961) presentó el pasado miércoles en Sevilla esta obra, que fue galardonada con el Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid de 2000. Navarro es autor de los libros de cuentos El cielo está López (1990), Manías y melomanías mismamente (1992), El aburrimiento, Lester (1996) y Los tigres albinos (2000).El protagonista de la obra es Garrido Lucena, un peculiar antropólogo que le echa una imaginación delirante a su labor e investiga seres inexistentes. Los trabajos de campo y las personas reales le parecen una minucia innecesaria a alguien dotado de tanta imaginación. "Es un antropólogo que hace estudios en aldeas deshabitadas y entrevista a gente que no existe", comentó Navarro.

"Es mi primera novela publicada. La gente que no lee libros de cuentos puede leer una novela en este libro. Las crónicas del Sochantre, de Álvaro Cunqueiro, lo he leído una vez como novela y otra como cuentos. Yo creo que mi libro funciona de esa manera. Es mucho más fácil escribir novela que cuentos", señaló Navarro. "Para descansar entre un libro de cuentos y otro libro de cuentos, escribo una novela", puntualizó con sorna el autor.

Navarro resaltó que ha querido hacer "un homenaje a la suma de los pueblos de la Sierra de Huelva" donde ha vivido. "Ese paisaje, sin los tontos de los pueblos, se queda cojo. Es gente que ha entendido la vida de una forma mejor que nosotros. En la novela hay un personaje que colecciona bombillas y que existe en la realidad. Bombilla que se funde, bombilla a por la que va. Fuenteheridos es muchísimo más raro que Macondo", dijo el escritor.

Por Las medusas de Niza se mueve una serie de artistas, artífices y creadores -taxistas, pintores, carpinteros, taxidermistas, químicos, músicos...- que intentan hacer su obra en medio de dificultades y carencias.

La novela contiene un prólogo denominado Canapé en el que Navarro deja constancia de sus ideas sobre la escritura. "[El prólogo] era una manera de contar literariamente que la apuesta de esta historia es el mecanismo de cómo se crea y, sobre todo, en una gente que está disminuida, con las herramientas chatas y desmochadas: un pianista al que le faltan tres dedos, un pintor al que le faltan colores... El antropólogo está tan disminuido que entrevista a gente que no existe", explicó Navarro.

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