"Se pueden contar temas muy serios desde el placer y el humor"
Javier Salinas (Bilbao, 1972) ha titulado su primera novela Las maravillas de mi vida (Editorial Alianza), la historia de un joven escritor con tendencia compulsiva hacia el error y la egolatría que transforma sus desgracias en maravillas gracias al humor. Como poeta, ha publicado Bajo un dictado de árboles y Cantos a Laila. Pregunta. ¿Cree que las editoriales apoyan a los escritores jóvenes porque están de moda?
Respuesta. Les salimos baratos; no pagan mucho y podemos funcionar. En mi caso, desde que terminé la novela hace tres años he tratado de publicarla sin éxito, hasta ahora. Es cierto que al principio pierdes mucho tiempo en saber cómo funcionan las cosas. Además, cuando escribes una primera novela crees que has descubierto el mundo y que te la van a publicar enseguida, y luego ves que hay errores; por si fuera poco, las editoriales cuentan con una serie de autores y no se arriesgan.
P. La maravillas de mi vida parece un título un poco irónico. ¿Qué pretende contar?
R. El título tiene dos vertientes; una la irónica, que corresponde al personaje, porque es muy exagerado y decide reírse de sí mismo como un método de terapia, aunque las cosas de que se hablen en libro sean serias. Además, hay otra vertiente, y es que el personaje convierte los fracasos en maravillas. El libro es irónico, pero también abiertamente humorístico. A veces parece que una novela es algo muy serio que no admite bromas; yo elegí contar temas serios, pero desde la reflexión, el placer y el humor.
P. ¿Qué le ha resultado más difícil en la novela?
R. Conseguir el equilibrio en que el personaje, que es exagerado, no llegue a ser un fantoche. Anclar los personajes y que sean reales, que te toquen; que puedas cerrar la historia. P. ¿De qué huía en la obra?
R. Yo no quería una narración clásica, por así decirlo. En todas las artes se evoluciona y parece que en la narrativa se sigue igual que hace cien años. Yo veo que hay unas técnicas, que están ahí, y que nadie las aprovecha, lo que también perjudica al lector. No pretendía hacer una novela humorística, pero es una visión que está ahí, que hace falta.
P. ¿Cree que está infrautilizado el humor en la novela?
R. En España hay una visión del humor muy concreta, parece que tiene que ser como el de Jardiel Poncela. Y, sin embargo, hay otro tratamiento más inglés, más elegante y que además resulta ser un buen vehículo de expresión. Es un humor inteligente, no de carcajada, de meter mucho ruido, sino de una sonrisa más cómplice, del que se ríe sabiendo que hay algo detrás. Ese humor no lo encuentro ni en mi generación ni en las anteriores. Quizá un poco en Eduardo Mendoza.
P. ¿Escribe con horario fijo o por inspiración?
R. Es un placer. No puedes quedar de cinco a nueve para besar; tampoco para escribir.
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