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Siria suspenderá de forma inminente el estado de emergencia decretado hace 37 años

Siria se prepara para vivir su primavera política. El presidente Bachar el Asad dejará en suspenso el estado de emergencia decretado por su padre hace más de 37 años. La noticia no ha sorprendido a la clase política de Damasco, que ha visto en los últimos seis meses cómo el joven presidente hacía gestos claros de distensión y apertura, pruebas evidentes de una voluntad de cambio. El estado de emergencia, impuesto por el desaparecido presidente Hafez el Asad, El León de Damasco, en 1963, será derogado de manera inminente, se aseguraba ayer en los círculos de la Administración.

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Sin embargo, esos mismos círculos de la Administración siria reconocían la existencia de determinadas reticencias y oposiciones con respecto a la medida, por parte de la vieja guardia política, que teme que una "apertura del régimen pueda ser aprovechada por sus enemigos". La anulación del estado de emergencia es una prueba más de que la situación política ha empezado a cambiar en Siria, especialmente desde el pasado mes de julio, en el que Bachar el Asad, el hijo del fallecido presidente sirio Assad, se hiciera cargo del poder y anunciara la modernización y la democratización del país, al tiempo que se comprometía a ser fiel a los viejos y antiguos compromisos de la nación, entre ellos la protección de Líbano, la defensa de la causa palestina o la enemistad con Israel mientras continúe ocupando los Altos del Golán.

Repliegue

En los últimos meses, el presidente Bachar el Asad ha dado claras muestras de voluntad de cambio al entreabrir las puertas de las prisiones y decretar la liberación de cerca de 600 prisioneros políticos. También ha ordenado el cierre de la prisión de Mazze en la ciudad de Damasco, uno de los símbolos más tristes y trágicos del poder dictatorial de su padre, y ha permitido a los partidos del Frente Nacional Progresista, vinculados al Baas, reanudar la publicación de su propia prensa y la reapertura de sus locales, recomenzando de esta manera las actividades públicas.

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"Apreciamos y damos la bienvenida a estas reformas políticas adoptadas por el presidente, pero esperamos nuevos pasos, entre ellos una amnistía general que permita la liberación de todos los presos políticos, promocione la democracia y haga realidad la política de reconciliación nacional", aseguraba rotundo hace pocos días desde la ciudad de Latakia, Atkham Naesa, uno de los activistas sirios más significados, cabeza visible del Comité de Defensa de los Derechos Humanos de Siria, actualmente prohibido, y combatiente infatigable, hecho por el cual cumplió siete años de cárcel durante el anterior régimen.Los gestos políticos de reconciliación de Bachar el Asad han venido precedidos por una serie de importantes cambios en el sector económico, que fueron ya esbozados por su padre, pero que el actual presidente se está esforzando en ultimar y que tratan de conciliar la economía de mercado con la protección de la Administración en determinados sectores de la producción.

Entre estas medidas, la más relevante ha sido la orden decretando el fin del monopolio del Estado en el sistema bancario, poniendo de esta manera fin a un sistema vigente desde hace más de cuarenta años.

Los cambios en el sector económico y productivo han venido acompañados de una lucha implacable y cerrada contra la corrupción, de la que se habían venido beneficiando importantes figuras del anterior régimen, incluido el primer ministro Mahmoud Zubi Zubi, que se suicidó el pasado mes de mayo tras ser encarcelado, y algunos de sus más fieles ministros, que han acabado en las prisiones de alta seguridad.

Siria se apresta a revisar también su política de alianzas en el exterior y a revisar sus relaciones con Líbano, desde donde se han empezado últimamente a escuchar voces de protesta por la presencia en el país de más de 35.000 soldados de Damasco y pidiendo el fin de la tutela política que ejerce sobre el Gobierno de Beirut.

Las voces en este sentido son firmes. Entre ellas destaca la del líder libanés druso, Walid Yumblat, quien, desafiando a todas las iras, reclamó el pasado mes de noviembre en voz alta el repliegue de las tropas sirias, aun reconociendo que su llegada en 1976 fue providencial y ayudó a contener la guerra civil que se prolongó hasta 1990."No hay ninguna razón para la presencia de Siria. O el país se gobierna por sí mismo o bien no existe más", clama también en voz alta monseñor Nasrallah Sfeir, el combativo patriarca maronita, uno de los hombres más influyentes de Líbano.

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