Netanyahu asegura que no se presentará a primer ministro en las elecciones de Israel
Benjamín Netanyahu se ha retirado de la carrera electoral. No será candidato a primer ministro en los próximos comicios anticipados, que se celebrarán en Israel el 6 de febrero. La espantada de este líder deja al partido nacionalista Likud prácticamente desarbolado y en manos del general Ariel Sharon, cuyas esperanzas de batir a su oponente laborista, Ehud Barak, son más limitadas. La derecha de Israel se sentía ayer huérfana, indignada e incapaz de enfrentarse con serenidad a su propio futuro, incluido el de la guerra contra el levantamiento de los palestinos.
Sharon, candidato
"He decidido retirar mi candidatura a primer ministro por el partido Likud, porque la Knesset [Parlamento] no ha tenido la valentía de responder a las esperanzas del pueblo, aceptando su autodisolución", aseguró ayer el ex primer ministro Benjamín Netanyahu a la prensa, ratificando así la promesa efectuada días antes en la que había afirmado que sólo concurriría a las elecciones como primer ministro en el cuadro de unos comicios generales, que le posibilitaran huir del actual Parlamento, con el que es prácticamente imposible construir una mayoría gubernamental estable con la que enfrentarse a los principales retos que tiene el país.El Parlamento desoyó las llamadas de Netanyahu en este sentido, se negó a aprobar su autodisolución y prefirió resolver la dimisión de Barak con una operación más cómoda y económica; la convocatoria únicamente de unas elecciones a primer ministro, manteniendo la estructura de la actual Cámara. La fórmula quedó sentenciada gracias a la postura oportunista de Shas, eterno guardagujas de la política de Israel, que se negó a apoyar la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones generales, por temor a perder una parte importante de sus escaños en unos nuevos comicios; casi un 40%, según los últimos sondeos.
La retirada de Netanyahu de la carrera electoral permite al general Ariel Sharon convertirse en candidato oficial y único por el partido nacionalista Likud, a pesar de la oposición de una buena parte del partido, que teme que sus posiciones radicales y drásticas le impidan ganar las elecciones y el terreno conquistado por Netanyahu, que, según los últimos sondeos, le aseguraban hasta 17 puntos por encima de su oponente Ehud Barak. Para Sharon, de 77 años, será la última oportunidad en su vida para convertirse en primer ministro y llevar a la práctica sus viejas ideas de un Israel poderoso y desafiante frente a la comunidad árabe, incluida la palestina.
El primer ministro, Ehud Barak, es otro de los grandes beneficiados por la retirada de Netanyahu, ya que el peso y el apoyo popular del líder del Likud se muestra arrollador y todos los pronósticos le dan por vencedor aventajado. Barak se enfrentará ahora a un candidato más modesto y manejable, de su propia altura política, Sharon, con el que le será mucho más fácil conseguir los votos indecisos del centro, que son los que, en definitiva, dan las victorias electorales en Israel.
La única preocupación electoral que le angustia a Barak por el instante le viene de la izquierda de su propio partido, de los sectores firmemente pacifistas, que, descontentos con su actitud ante el proceso de paz con los palestinos, tratan de promocionar la candidatura de Simón Peres como futuro primer ministro. Este artífice de los Acuerdos de Oslo, verdadero heredero de las ambiciones pacifistas de Isaac Rabin, mantenía ayer el suspense de una posible candidatura, en la que se vería apuntalado por todos los sectores pacifistas de la nación, pero sobre todo el partido laico Meretz, que lidera Yosi Sarid. De hecho, Barak pidió ayer públicamente a Peres que no presente su candidatura y se una a la suya para no provocar una "división inútil" en el bando de la paz. Los últimos sondeos electorales aseguran que Peres está mejor colocado para batir a Sharon en las elecciones que el propio Barak.
La incertidumbre preelectoral se acabará el próximo jueves por la tarde, cuando se cierre oficialmente el plazo para que los aspirantes a primer ministro de Israel presenten su candidatura. Hasta entonces la clase política de Israel continuará viviendo, como ya viene siendo habitual, con el alma en vilo.
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