De color
Menos mal que los norteamericanos han salido de su atasco electoral y el presidente Bush ya ha mostrado algunas de sus bazas gubernamentales más determinantes, casi todas heredadas del equipo de su padre, que tampoco era estrictamente el equipo de su padre. Bush Sr. y Bush Jr. pertenecen a la clase de presidentes norteamericanos poco dotados para el análisis político y dependientes de lo que antes se llamaban lobbies o grupos de presión y ahora no sabemos cómo llamarlos, porque la revolución conservadora, tan urgente y generosa, no ha tenido tiempo de corregir los truculentos excesos significantes de la izquierda. Propongo que lobbies y grupos de presión se llamen Organización no gubernamental de agentes de interacción extraparlamentarios.De todos los nombramientos, es el de Colin Powell como jefe del Departamento de Estado el más llamativo, no porque Powell sea un general retirado, sino porque es un general retirado negro y, por lo tanto, el primer jefe del Departamento de Estado negro. Lo llamativo del color de su piel tiene diversas lecturas, pero ninguna evidencia de que su comportamiento como valedor de la política exterior USA será diferente del que tendría un general retirado también, pero blanco. La condición de perdedor simbólico no conlleva la solidaridad con los perdedores, y ya vimos cómo Margaret Thatcher fue una durísima jefa de Gobierno jamás afectada por la menor dosis de feminismo. Si bien la Thatcher nos advertía de sus intenciones cada vez que salía de la peluquería coronada por una permanente tan incorrupta como el brazo de santa Teresa, Powell ya nos advirtió, durante la guerra del Golfo, de que representa la nueva lógica belicista del sistema, que añade al papel relevante de la tecnoindustria armamentista la voluntad de que las guerras no sean llamadas guerras y se retransmitan en directo por la CNN a condición de no enseñar los cadáveres ni destrucciones que los buenos produzcan entre los malos.
Ni siquiera los negros del África ecuatorial, es un decir, deben, pues, confiarse por el hecho de que el imperio tenga un valido negro, en el supuesto caso de que sea políticamente correcto así calificarlo y no optemos por el recurso de color, tan incoloro, inodoro como insípido.
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