Pau Gasol

Atravesado el primer tercio de la temporada regular, no cabe duda de que la sensación de la Liga ACB se llama Pau Gasol. Tendríamos que remontarnos a épocas ya muy lejanas para encontrarnos con un jugador de tamaña proyección, con un talento baloncestístico de tal calibre que no es aventurado prever que sus días en España están contados.Estamos ante un personaje cuyo físico desmesurado en centímetros, su movilidad y, casi tan importante, su capacidad para responder a grandes desafíos, como ha demostrado recientemente, le convierten en un hombre llamado a marcar diferencias.

En un primer vistazo a la tripleta mágica de los júniors de oro, Raúl López y Navarro acapararon la atención. Su ingenio, desparpajo y el control que ejercían sobre la pelota les colocaron en primer plano, hasta el punto de ser los elegidos para representar a tan venturosa generación en los pasados y frustrantes Juegos Olímpicos de Sydney.

Gasol se quedó en casa, con su cara añiñada y su cuerpo todavía por hacer. Pocos meses despues, se ha hecho dueño del cotarro. Raúl López sigue con su adaptación al Real Madrid, en el que las cosas son muy distintas al Joventut. Navarro crece como jugador día a día y su peso específico en el Barcelona es ya importante. Pero lo de Gasol es otra cosa. Se puede vislumbrar lo que Raúl y Navarro pueden llegar a ser. Resulta imposible prever hasta dónde alcanzará Gasol, pues sus posibilidades son casi ilimitadas.

Porque el alero azulgrana desafía lo establecido: 215 centímetros de estatura, brazos eternos y coordinación de un alero de 1,95. Es capaz de defender con soltura a hombres exteriores y en cuanto coja unos kilos, que los cojerá, tambien se atreverá con los pesos pesados. Por ahora se limita, que no es poco, a poner tapón tras tapón, como el pasado sábado en Sevilla. Corre el contraataque con soltura y su capacidad de salto tampoco se queda atrás. ¿Algún precedente anterior en el baloncesto español? Definitivamente, no.

A pesar de lo que su rostro pudiese dar a entender, su maduración va más rápido de lo esperado. Ya la temporada pasada dio alguna muestra de su capacidad en los partidos en los que se distingue a los buenos jugadores de los grandes. Las lesiones que ha sufrido el Barça en las últimas semanas le han dado minutos y responsabilidad, a las que ha respondido con sobresaliente. Rondando los 20 años, no se puede pedir más. Frotémonos los ojos, disfrutemos lo que dure y saludemos la explosión de un jugador al que cualquier meta que le pongamos puede quedarle pequeña.