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Entrevista:GUILLERMO PÉREZ VILLALTA | ARTISTA

"La modernidad no es menos férrea que la Academia"

Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, 1948) es el rayo que no cesa del arte español. Contradijo a las vanguardias desde la vanguardia, militó en el esnobismo e ilustró discos de rock, ganó muchos premios -el Nacional de Artes Plásticas entre ellos, en 1985- y vendió más que nadie. No contento con saber de pintura, se empeña en demostrarlo pintando. A su estudio tarifeño se podía acceder por tres puertas, cada una de ellas bautizada con un lema: Memoria, Entendimiento, Voluntad; pero el pasado mes de noviembre no obtuvo los votos suficientes para entrar en la Real Academia de Bellas Artes, cubriendo la vacante de Francisco Lozano.Pregunta. ¿Cuál fue su primera reacción al saber que no había obtenido los votos suficientes?

Respuesta. La verdad es que nunca pensé en entrar en la Academia. Sé que había una vacante, luego una serie de artistas me propuso, pero yo no sabía nada de esto. Entrar no era algo importante para mí. Me dijeron que la cosa estaba ya hecha. Tal vez por eso me sentí disgustado, porque me juraron y perjuraron que todo estaba bien atado.

P. Suponemos que las adhesiones habrán sido muchas.

R. Gran parte de la gente de la Academia me ha llamado, quizás ellos más dolidos que yo. Hay allí una serie de personas dispuestas a cambiar lo que esta institución ha venido siendo, y quizás veían en mí una propuesta, si no arriesgada, sí al menos renovadora.

P. ¿Habrá quien no le perdone su formación autodidacta?

R. No te lo puedo decir. Creo que el error ha consistido en no hacer las cosas en su debido momento. Todo ha sido muy precipitado, algunas cartas llegaron el mismo día de la votación. Entre los artistas plásticos, todo el mundo sabe quién soy, pero otros académicos tendrán una referencia un poco remota de mi trabajo. Supongo que no se me hizo una presentación como es debido.

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P. Hay quien sospecha que el tratamiento natural de la homosexualidad en sus cuadros puede haber provocado rechazos.

R. Todo son suposiciones. Lo que sí es cierto es que en la Academia hay gente muy carca, y soy consciente de que la mía es una obra incómoda. Soy tan rechazado por la modernidad como por el clasicismo. Por un lado, mi faceta clásica es muy rompedora; por otro, aparentemente puedo encajar en el mundo de la modernidad, pero soy culturalmente crítico. Yo no soy un pintor de oficio, al principio estaba más interesado en la arquitectura y llegué al arte por un deseo cultural.

P. En alguna ocasión, usted afirmó: "Todo lo que tenga que ver con la Academia va contra mis ideales". ¿Ese repelús está más justificado ahora?

R. Lo que me da repelús es cualquier ortodoxia, cualquier idea fija. La persona que cree que está en posesión de la verdad me espanta. Y la academia de la modernidad no es menos férrea. El problema de la otra Academia es que no está en ningún sitio.

P. Quienes le conocen aseguran que su problema consiste en tener demasiadas ideas.

R. Puede que en cierto modo sea así. Yo llevo atrás una carga ideológica muy grande, y hay a quien le molesta eso. Salvo contadas excepciones, los artistas contemporáneos han sido gente sin conceptos que hacen cosas monas y decorativas.

P. ¿Qué protagonismo tiene el desencanto en su trayectoria?

R. A decir verdad, tengo cierta sensación de marginación artística. Es una cosa curiosa: en el panorama actual del arte en España, me siento identificado con muy poquitos artistas. Y cada vez me siento más aislado. La mayoría de las obras que veo en ARCO, por ejemplo, no tienen nada que ver conmigo, soy una especie de voz en el desierto. Han sido treinta y tantos años de ver lo mismo.

P. Si entrara algún día en la Academia, ¿le gustaría hacerlo por la puerta de la Memoria, del Entendimiento o de la Voluntad?

R. Quizá más bien sería la del Entendimiento. La Academia debe ser una plataforma para hablar a la sociedad, de la misma manera en que lo hacemos sobre un lienzo.

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