Líderes republicanos se oponen ahora al recorte general de impuestos prometido

Los líderes republicanos de la Cámara de Representantes han sido los primeros en ponerle pegas a George W. Bush. Dennis Hastert, presidente de la Cámara, y el tejano Tom Delay, el azote de Bill Clinton durante el impeachment (proceso de destitución del presidente) por el caso Lewinsky, se han declarado opuestos al programa de reducción general de impuestos, que constituyó uno de los ejes principales de la campaña electoral y de la oferta presidencial de Bush.Hastert y Delay afirman que no apoyarán ese recorte global, al que oponen una propuesta de ir paso a paso. Para empezar, los líderes parlamentarios republicanos quieren aprobar recortes específicos destinados a terminar con la penalización fiscal que sufren actualmente los matrimonios frente a las parejas de hecho y con el bocado que Hacienda se lleva de las herencias. Hastert y Delay afirman que esos pasos concretos, que fueron vetados en su día por Clinton, son susceptibles de tener mayor aprobación en el Congreso que el recorte general que desea Bush.

El presidente electo insistió ayer en que su propuesta es ahora más necesaria que nunca, dadas las claras señales de enfriamiento del crecimiento económico estadounidense observadas en las últimas semanas.