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El helicóptero se convirtió en ambulancia

El Servicio de Emergencia y Rescate de la Comunidad traslada a un bebé de ocho meses a Barcelona para que le trasplanten los pulmones en el hospital Vall d'Hebron

F. Javier Barroso

Con la perfección de una maquinaria bien engrasada. Así funcionó ayer la coordinación que puso en marcha el Servicio de Emergencia y Rescate de la Comunidad (Sercam) para trasladar urgentemente a un bebé de ocho meses desde el hospital Gregorio Marañón al de Vall d'Hebron de Barcelona. Allí le esperaban dos pulmones que le sacarán del estado crítico en el que se encuentra a causa de su displasia pulmonar. La gravedad del paciente hacía que cualquier mínimo fallo en el viaje terminara con un final fatal para el pequeño.Cuatro servicios de emergencia (los dos hospitales, el 061 y el Sercam) se coordinaron para la salvar la vida del bebé. La Organización Nacional de Trasplantes encargó al Sercam esta tarea, ya que este servicio cuenta con personal muy cualificado y uno de los mejores helicópteros sanitarios del país. Se tenía que trasladar al pequeño al hospital Vall d'Hebron porque este centro está especializado en el trasplante de pulmones a bebés.

La operación arrancó a primera hora en la base del Sercam en Lozoyuela. Las condiciones meteorológicas eran determinantes. Si amanecía muy nublado o con densa niebla, el helicóptero no podría despegar. La suerte acompañó. El parte describía un día despejado. El operativo podía continuar. Una UVI móvil del 061 del Insalud tenía que salir del hospital Gregorio Marañón minutos después de que el helicóptero hubiera abandonado su base. Era preferible que esperase el transporte aéreo y no al revés. El pequeño viajaba en una incubadora muy avanzada tecnológicamente y con plena autonomía. Se le insuflaba oxígeno con una pureza del 100% para que sus diminutos pulmones no fallasen.

El punto de encuentro se fijó en el helipuerto del Canal de Isabel II, en la calle de las Islas Filipinas. Se trata del helipuerto más grande de la capital y con excelentes comunicaciones para llegar, según explicó el portavoz médico del Sercam, Mario Valdés. La aeronave aterrizó alrededor de las 10.30. El rojizo pájaro del Sercam se posó majestuoso. En su interior viajaban el piloto, un mecánico y un médico y una enfermera especializados en urgencias.

El piloto de la aeronave es uno de los más expertos del Sercam. José Jiménez ha trabajado durante más de nueve años en servicio de rescate marítimo, aparte de en líneas de pasajeros. Lleva a sus espaldas más de 2.000 horas de vuelo. Su plan de vuelo era viajar a unas 135 millas por hora (unos 250 kilómetros por hora), a una altitud de unos 1.000 pies (unos 400 metros). De este modo se pretendía que la presión de la altura no afectara al niño. "Puede parecer raro, pero para mí es un viaje más, en el que no tiene que haber problemas si el tiempo nos acompaña. En dos horas y cuarto puede acabar la operación", explicaba el piloto. Éste destacó la extraordinaria máquina que manejaba, un Augusta Bell 412 biturbina con capacidad para cinco sanitarios, más el enfermo, el mecánico y el propio piloto. "Es una auténtica UVI volante que puede aterrizar en la mayoría de los terrenos", concluyó.

Momentos después de que aterrizase el helicóptero, llegaba la UVI móvil del 061 del Insalud. La sirena y las luces se oyeron desde la calle de Ríos Rosas, lo que puso en alerta al personal sanitario. La ambulancia entró por un camino asfaltado hasta la misma base del helipuerto. Una gran incubadora con decenas de aparatos en sus laterales estaba situada sobre la camilla. Un médico del hospital Gregorio Marañón y su enfermera, acompañada de otra del 061, traían al pequeño. La decena de personas que estaba alrededor de él tuvo que ayudar para bajar la incubadora y traspasarla a la camilla del helicóptero. "El niño sufre una situación crítica, que requiere un trasplante urgente. Durante el viaje tendremos que efectuar una ventilación muy agresiva para mantenerlo vivo", explicó el médico del Sercam, Fernando Ruiz.

Se necesitó la máxima delicadeza para meter la incubadora en el helicóptero sin que el bebé sufriera. Estaba completamente tapado con pequeños vendajes, de modo que no se le podía ver más que parte de los ojos y una pequeñita mano. "No se puede saber ni su nombre de pila porque la Ley de Trasplantes prohíbe difundir estos datos", explicó el médico del hospital Gregorio Marañón, Manuel Sánchez Luna. Una vez que estuvo acomodada la camilla, se colocaron tres botellas de oxígeno para suministrárselo al pequeño durante todo el viaje. Después subieron los cuatro facultativos: los dos especialistas en neonatología del Gregorio Marañón y los dos técnicos en emergencias del Sercam. Tras varios minutos de calentamiento de la aeronave, el helicóptero despegó lentamente.

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Hicieron escala en Zaragoza. Allí debían repostar y comprobar el estado del paciente. El helicóptero tenía autonomía suficiente pero se prefirió acudir con los tanques llenos por si surgía algún imprevisto. La aproximación al aeropuerto se hizo automáticamente porque había niebla en toda la zona. Este sistema consiste en que la torre de control da las coordenadas para aterrizar. Se pidió un permiso especial a la dirección del aeródromo para repostar con el motor en caliente y en marcha, a lo que accedió sin ninguna objeción. La gravedad del caso así lo requería. Tras esto, aún quedaba el segundo tramo y más complicado. Si el hospital Vall d'Hebron estaba cubierto de niebla había que aterrizar en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) y, desde allí, una UVI móvil tendría que llevar al paciente al centro hospitalario. La suerte acompañó una vez más al pequeño y la aeronave tomó tierra en el Vall d'Hebron. Allí ya fue ingresado en la UCI de neonatología a la espera de ser intervenido. Ayer por la noche aún no se sabía a qué hora iba a pasar por el quirófano.

"El viaje ha transcurrido bien y el pequeño ha respondido de maravilla. Su nivel de saturación ha sido mejor que en tierra y ha alcanzado niveles del 95%, lo que demuestra que tenía buena ventilación y que la circulación sanguínea era excelente", señaló el portavoz médico del Sercam, Mario Valdés. La historia de este traslado, al menos de momento, tuvo un final feliz.

Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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