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EL PERFILMARÍA DEL MAR MORENO RUIZ

Cerveza, pasteles y fidelidad

El comienzo de una carrera política a veces es un deslumbramiento. En otros casos el éxito es hijo de la testarudez y el afán. María del Mar Moreno Ruiz, una abogada de La Carolina de 38 años, la primera mujer elegida vicesecretaria del PSOE andaluz y, por tanto, la número dos de la prole socialista que encabeza Manuel Chaves, llegó a la política por uno de esos raros destellos que en la Biblia hacen descabalgar a los profetas. Una mañana, a comienzos de los noventa, estaba saboreando un café y un pastel en un establecimiento cercano al Ayuntamiento, cuando el actual consejero de Salud, Francisco Vallejo, que había ganado mediante una moción de censura la alcaldía al eterno Ramón Palacios, le ofreció la jefatura de gabinete.María del Mar, que trabajaba entonces como asesora en el Centro de Información a la Mujer, dijo que sí y, quizá sin ser consciente de ello, frente a la taza humeante y el milhojas comenzó a prosperar uno de los frutos principales de ese proceso de relevo insensible en el PSOE que hoy se denomina "cambio orgánico".

María del Mar acababa de entrar en la treintena, era tímida, afable y conciliadora. Su primer cargo de confianza duró poco tiempo, hasta que hubo nuevas elecciones y don Ramón, El Eterno, reconquistó la alcaldía de La Carolina. Pero su lustre político ya había dado los primeros brillos y en 1996 fue nombrada delegada de la Consejería de Trabajo y Asuntos Sociales. María del Mar, a pesar de simbolizar a una nueva generación, no representaba ninguna competencia para los cuadros socialistas de Jaén. Antes al contrario, desde la Junta de Andalucía María del Mar se convirtió en el brazo derecho de Gaspar Zarrías, le planificaba las visitas y le asistía con la fidelidad de un edecán.

Dos años más tarde, en la víspera de las Navidades de 1998, tomó posesión como delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén. Los protagonistas del "cambio orgánico", sin que nadie lo apreciara, iban tomando posiciones. Chaves, entonces, ya había advertido la presencia de aquella mujer y su nombre fue barajado para formar parte del Consejo de Gobierno. Mientras, en Jaén, María del Mar continuaba siendo la chica rellenita que secundaba a Gaspar Zarrías, que trabajaba todas las horas del mundo en su despacho de la delegación y que mantenía frente a cualquier contratiempo la devoción por sus raíces familiares. María del Mar, durante todos los años que ha trabajado en la Junta de Andalucía, ha recorrido a diario los 70 kilómetros que dista Jaén de su casa de La Carolina. Esta determinación de no dormir fuera del terruño da idea del terremoto vital con que ha pagado su deslumbrante designación como vicesecretaria socialista.

María del Mar Moreno, soltera, pertenece a una familia numerosa en la que hay maestros, empleados de banca y un jefe de taller de un concesionario de automóviles. Cursó como otros tantos jienenses los estudios de Derecho en la Facultad de Granada, y de sus años estudiantiles proceden las inquietudes sociales que la condujeron a la causa socialista. El teatro fue su principal afición en aquellos tiempos de aprendizaje. Sobre las tablas comprendió la necesidad de defender los derechos de la mujer y de la juventud; quizá atisbó la inmensidad del futuro contemplando como una devota decenas de películas de ficción científica, su otra gran afición.

Su abnegación en el trabajo sólo la interrumpe una vez al año, cuando en verano, en época de vacaciones, carga los enseres precisos en su caravana y se marcha a recorrer pueblos y traspasar fronteras.

A sus colaboradores María del Mar les confiesa asiduamente que adolece de "asertividad". Alguien no iniciado pensará que María del Mar está débil y carece de alguna vitamina o que la asertividad es uno de esos microbios benéficos con que los industriales enriquecen el yogur. Pero no. Asertividad es sinónimo de autoridad. La chica apocada de La Carolina admite que manda no porque se imponga con supremacía y carácter sino porque los demás aceptan su preparación y conocimientos y obedecen encantados. En los dos últimos años María del Mar, como los ciclistas que escalan montañas, ha acelerado su trabajo hasta el punto de haber dejado un puñado de kilos en el camino.

José Rodríguez de la Borbolla, en un artículo publicado el jueves en este periódico, ha inventado para los socialistas la prueba de la cerveza, como san Anselmo para los ateos el argumento ontológico. A su juicio, los nuevos socialistas, respecto a los veteranos, son iguales pero no los mismos, igual que la Cruzcampo de barril respecto a la de botellín. Si María del Mar Moreno es socialista de barril, ¿qué sabor enigmático guardará en su interior?

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