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Reportaje:

La Universidad 'pasa' de la política

El perfil apolítico se impone en los campus. Las ONG sustituyen a los partidos y sólo el extremismo crece

Pablo Ximénez de Sandoval

La Universidad, como espacio de participación política, está en horas bajas. Al menos, atendiendo a frías cifras, los datos de participación en sus sistemas de representación no dejan lugar a dudas. La media de participación en las elecciones a claustro (parlamento de la comunidad universitaria) no supera el 10%. Eso significa que a nueve de cada diez universitarios les da exactamente igual quién les represente en los órganos de gobierno de su Universidad.

"Todos vivimos en el fango, pero algunos miramos a las estrellas", es la frase que más le gusta repetir a Carlos, uno de los impulsores de la única asociación de izquierdas de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Tradicionalmente una de las más politizadas de España, de 13.390 alumnos tan sólo 1.031 participan en las elecciones. Y la razón de semejante desinterés no parece ser el lema que figura en la puerta del local: "Nuestros sueños no caben en vuestras urnas". Más bien no está de moda mirar a las estrellas.

El decano, José Iturmendi, que afirma ser "un hombre de derechas" que siempre lo ha sido y lo seguirá siendo, ofrece una explicación. Después de la transición, "la política sale de las aulas, donde había estado recluida, y se extiende por todos los ámbitos de la sociedad". A partir de ahí, la política "invade los medios de comunicación, la economía y la vida diaria" y la Universidad se vacía. Un análisis que comparte con otra decana al frente de una disciplina comprometida, Rosario Otegui, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología: "La política de partidos ha desaparecido de la Universidad; los estudiantes ya no están politizados en un sentido estricto".

Pero las cifras de participación pueden no ser ya un referente claro para responder a la pregunta de qué se mueve hoy en día en la Universidad. Para Mari Luz Morán, profesora de Sociología en la misma facultad, lo que ocurre es que han cambiado los intereses de los estudiantes. "Después de la tremenda despolitización y adormecimiento de los años noventa, la sensación es que vuelve a haber nuevas formas de interés por lo político, aunque rechazando vinculación con los partidos tradicionales. Los partidos no tienen presencia ninguna en la Universidad ni en la vida de los estudiantes. Hoy son las ONG las que han tomado esa posición. El voluntariado, los temas humanos, más allá de la ideología, es lo que mueve a la gente".

Otegui concreta esta tesis cuando dice que "el estudiante ya sólo se moviliza por temas concretos y masivos, que aparezcan en los medios de comunicación". Como ejemplo, la respuesta ciudadana contra el terrorismo o la repercusión del informe Bricall (recomendaciones sobre la nueva reforma universitaria) son los grandes hitos de la movilización estudiantil en el último año. "Los intereses son ahora más generales, de tipo solidario o de derechos humanos". Aun así, con un 15% de participación, las elecciones de Políticas son de las más concurridas de España.

Pero a la hora de la representación, de las elecciones, es otra historia distinta. "Ahí hay una enorme polarización. Por un lado, asociaciones con una visión muy instrumental del poder, con poca visión y poco discurso. Contra eso, hay una serie de estudiantes vinculados a los partidos, con menos efectividad de cara a conseguir cosas pero con más contenido político", afirma Morán.

Básicamente, ése es el sistema de partidos en las universidades. En la Complutense proliferan las asociaciones, de las que Coalición de Delegados, en Derecho, puede ser un referente claro. Llevan 13 años teniendo mayoría en la facultad, "porque la gente ve la política como algo muy alejado de su mundo. Cuando hay elecciones, la facultad se empapela de arriba abajo, y aun así hay gente que no se entera de que hay elecciones. Lo que se busca son facilidades para acabar la carrera cuanto antes y sin problemas. Eso es lo que ofrecemos". Casos similares son AUPATE, en Políticas, o Altavoz, en Ciencias de la Información, asociaciones que se autodefinen como "apolíticas".

La contestación a estas asociaciones se hace desde grupos de izquierda. "Cuando no se vive como se piensa se acaba pensando como se vive", reza en un muro de la cafetería de Políticas. O lo que es lo mismo, "apolítico no es nadie, lo que pasa es que el movimiento de asociación es bastante servil, y hoy día la política no vende", como dice Rodrigo, de la asociación Carlos Marx de la Universidad Carlos III de Getafe.

En su caso, a pesar de ser la asociación mayoritaria en el campus, notan cómo la gente se mueve menos por conferencias y más por los proyectos de solidaridad, como el año pasado, cuando recogieron material escolar para Irak. La Carlos Marx comparte local con una auténtica asociación ad hoc, la Konrad Adenauer, cuyo origen y única reivindicación es el rechazo al nacionalismo violento, conectados con el Foro Ermua y Víctimas del Terrorismo.

Ni siquiera el componente nacionalista es un factor movilizador. En la Universidad del País Vasco, el colectivo mejor organizado es Ikasle Abertzaleak, sindicato estudiantil ligado a HB. Su voto es endogámico. La abstención supera el 80%, hasta el punto de que 13 puestos del claustro están vacíos por falta de candidatos. Una situación parecida se da en Cataluña (UAB y UB), donde las asociaciones con mensaje político están vinculadas a la izquierda nacionalista y no consiguen movilizar a más del crónico 10%.

"No es un problema de la juventud, sino de los partidos, que no conectan con ellos", es la conclusión de Rosario Otegui. Los partidos se ven afectados por esta falta de interés hacia todo lo que signifique siglas, y se ven discutiendo sobre el precio de las fotocopias, en vez de la reforma universitaria, para poder tener representación. Jorge Roched, secretario general de Juventudes Comunistas (IU), dice que "los apolíticos no existen". "No es lo mismo estar politizado, que lo está todo el mundo, que implicarse políticamente. El que es apolítico es porque piensa igual que el sistema".

Los jóvenes que hoy lideran los cuadros juveniles de los grandes partidos han salido de la representación universitaria. Han sido claustrales, delegados, miembros de juntas durante años. Y defienden las reglas, como Erick Campos, nuevo secretario general de Juventudes Socialistas, cuando dice: "Lo importante es participar en el sistema y cambiarlo desde dentro. Los partidos deberían estar más presentes en la Universidad, pero no para controlarla, sino para generar debate político. La discusión sobre temas del día a día se hace siempre desde una posición política. Tienen que ver que los problemas no son espontáneos, son consecuencia de una decisión política, de una orientación de las cosas. Por tanto, debe ser contrarrestado desde el discurso, igualmente político".

En Nuevas Generaciones de Universidad del PP, Rubén Urosa habla con seis años de cargos de representación a sus espaldas. Estudiante de Ciencias de la Información en la UCM, ya ha dado el salto a las instituciones y es director general de Juventud de la Comunidad de Madrid. Las coincidencias surgen pronto: "Desde dentro se puede abrir el debate ideológico. En cualquier decisión concreta que se discute hay un posicionamiento".

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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