La batalla judicial por la Casa Blanca queda vista para sentencia
A partir de hoy pueden producirse dos sentencias decisivas para la batalla por la Casa Blanca: la de Sanders Sauls, juez de Tallahassee, y la del Tribunal Supremo de EE UU. La primera, de mayor trascendencia práctica, versará sobre la impugnación a los resultados oficiales de Florida presentada por Al Gore. En el caso que le compete, el Supremo podría optar por no pronunciarse en ningún sentido y reservarse para una fase posterior del combate.
El juez Sauls debe decidir si autoriza un nuevo escrutinio manual de 14.000 votos de Palm Beach y Miami-Dade que fueron declarados nulos por las máquinas. Según Gore, esas papeletas pueden contener la clave de su victoria en Florida. Por segundo día consecutivo, el juicio de impugnación continuó ayer en el tribunal del juez Sauls, quien informó a las partes que deseaba terminar la vista oral anoche y declarar el caso visto para sentencia. Ésta podría producirse en los primeros días de esta semana. Los abogados de Gore y Bush sentaron en el banquillo de los testigos a una sucesión de funcionarios electorales, profesionales de la estadística y especialistas en las máquinas que escrutan los sufragios en Florida y otras partes de EE UU. David Boies, el abogado de Gore, intentó demostrar que esas máquinas son imperfectas y rechazan numerosos votos válidos, aunque mal perforados. Si los 14.000 votos rechazados en Palm Beach y Miami-Dade fueran escrutados a mano, Gore podría anular la ventaja oficial de 537 que tiene Bush en toda Florida, argumentó Boies. Barry Richard, abogado de Bush, replicó que las máquinas de Palm Beach y Miami-Dade no funcionaron peor o mejor que las del resto del Estado. Escrutar a mano los votos rechazados en esos dos condados de mayoría demócrata sería una discriminación para el resto de los electores, argumentó. En nombre de ciudadanos de Florida que votaron por Bush, el abogado Frank Myer atribuyó a Gore tácticas totalitarias. Como en el libro Rebelión en la granja, de George Orwell, Gore, con su insistencia en recuentos adicionales, cree que "todos los votos son iguales, pero algunos más iguales que otros", dijo. La esperanza de Gore es que el juez Sauls, o luego el Supremo de Florida, analice esos 14.000 votos, lo que podría concluir con una alteración judicial de los resultados de Florida. En ese caso, Bush tiene un recurso: la celebración de un pleno extraordinario del Legislativo de Florida, de mayoría republicana en sus dos Cámaras, que atornille su victoria. Ayer, el líder republicano de la Cámara alta se manifestaba reacio a convocar el pleno.
A puerta cerrada, el Supremo de EE UU trabajó el fin de semana en el caso que escuchó el viernes. Varios expertos adelantaron que, dada la división en ese organismo judicial, cabe la posibilidad de que utilice la prerrogativa de no pronunciarse. El Supremo no daría en ese caso la razón a ninguna de las partes en el asunto que le ha sido sometido: si el organismo homólogo de Florida abusó al imponer al Ejecutivo de ese Estado la validez de los recuentos manuales.
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