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Tribuna
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El "efecto Pla"

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos sorprendió el miércoles pasado con la noticia de que el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, había reducido a la mitad la distancia que, en punto a intención de voto, le separaba del presidente José María Aznar, obteniendo, además, una valoración superior a éste. Tal salto cualitativo en la opinión de los electores venía a certificar, según los socialistas, el llamado "efecto Zapatero", o sea, las consecuencias bonacibles esperadas del último congreso federal y de la nueva forma de ejercer la oposición.Como es lógico, o así viene siendo, faltó tiempo para trasladar dicho fenómeno al ámbito valenciano. ¿Se ha producido también aquí una suerte de efecto semejante después de la elección de Joan Ignasi Pla a la secretaría general del PSPV? Desde el frente oficial, decimos de los populares, se niega rotundamente e incluso se minusvaloran los datos mencionados del CIS. El corolario se resume en "no pasa nada, nadie amenaza la hegemonía del partido gobernante y mucho menos la solidez y desahogada diferencia del presidente Eduardo Zaplana".

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Un paso por delante

Los socialistas, en cambio, creen que han mejorado sus opciones y que así consta en los sondeos de opinión que el Consell de la Generalitat realiza para su consumo interno. Prueba de ello -arguyen- es que el Ejecutivo guarda bajo siete llaves esa información, no obstante haberse obtenido a cargo de los dineros públicos, como siempre ha sido, que añadimos nosotros. La verdad es que, de existir y ocultarse los aludidos sondeos autonómicos, se comprende que afloren las sospechas acerca del retroceso del PP y consiguiente avance de los socialistas.

Ahora bien, con independencia del "efecto Zapatero" y del ignorado muestreo sociológico, ¿podemos hablar del "efecto Pla" a tenor de las expectativas suscitadas por el líder emergente en el PSPV, tanto entre sus leales como en el entorno simpatizante? Tan solo han transcurrido dos meses desde que se subió a la peana, ciertamente, y ese no es tiempo bastante para ordenar la casa -sin mencionar que están de traslado a la nueva sede social en Valencia-, poner a cada quién en su sitio y atemperar las aspiraciones de quienes ni sitio tienen todavía, por no hablar de los vientos de fronda que ha tenido que aguantar.

Sin embargo, tampoco resulta explicable que desde que fuera entronizado, el repetido Pla ande sumido en una aura tal de discreción que, de no aparecer en los periódicos por asuntos protocolarios mayormente, diríase que ha optado por el incógnito. No sugerimos que adopte gestos aparatosos, pero sí es legítimo esperar que el ariete del socialismo indígena diga su palabra clara y novedosa, de ser posible, sobre los asuntos del momento, tales como la Acadèmia de la Llengua, las cuentas de Terra Mítica, el modelo de RTVV que postula, la fusión de las grandes cajas valencianas, la financiación de las autonomías o el plan hidrológico. ¿Qué ya se ha pronunciado sobre esto y lo demás? Pues entonces hay que temer lo peor acerca del pretendido "efecto", que a nuestro modo de ver es hueco o gaseoso.

De todos modos, no hay motivo para la alarma o la decepción. Quedan dos largos años para ahormar el partido y entonar al líder socialista aspirante a la Generalitat. Con dos años bien aprovechados se puede tejer una propuesta alternativa ilusionadora y hasta novedosa. Es cuestión de tener fe, mucha fe sobre todo en que el actual Molt Honorable cumpla el pronóstico y renuncie a una tercera legislatura. De darse este supuesto, del que ya son muchos los que dudan, el compañero Pla tendrá su oportunidad, que debe fomentar desde ahora, sin esperar un día más. Lo grave, o eso presentimos, es que Pla y su cohorte de dirigentes se sienten aplastados por la fatalidad de que Zaplana se les cruce en el camino. ¡Con lo bien que les vendría un sondeo de opinión favorable, un indicio de que se ha producido algún efecto¡ No es extraño que el PP, de tenerlo, lo esconda bajo siete llaves.

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