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Rusia reflotará el 'Kursk' ante el riesgo de futuros escapes radiactivos

Iliá Klebánov, el viceprimer ministro que preside la comisión gubernamental rusa sobre la catástrofe del submarino nuclear Kursk, asegura que "científicos independientes" han llegado a la conclusión de que no existe peligro de fugas radiactivas de los dos reactores de la nave, al menos en los próximos 10 años. Pese a ello, añadió, el sumergible será izado a la superficie, entre otros motivos porque, si no se hace, será una fuente constante de tensión internacional, tanto política como ecológica.

Ayer se presentó en Moscú el consorcio internacional que, según un plan que debe estar listo a finales de diciembre, efectuará el próximo verano la complicada operación, cuyo coste se calcula en unos 15.000 millones de pesetas. Rusia confía en que la mitad de este presupuesto corra a cargo de Gobiernos y entidades extranjeras, probablemente a través de la recientemente creada Fundación Kursk. El secretario general de ésta aseguró ayer que una de las posibilidades que se examinan es izar el submarino no de una vez, sino en dos, cortándolo en función de los daños internos y externos que el accidente causó en la nave.Si en algún momento hubo dudas sobre si merecía o no la pena rescatar el Kursk, el Kremlin parece haberlas despejado. Klebánov dijo ayer que no es de recibo dejar un submarino con dos reactores atómicos en el fondo del mar de Barents, en una zona de gran actividad pesquera, aunque por el momento no haya ningún síntoma de escapes radiactivos de los dos reactores atómicos.

En que no hay peligro inminente para el medio ambiente coinciden hasta ahora fuentes rusas y de grupos ecologistas extranjeros. Pero da la impresión de que se teme que, si no de forma inmediata, el efecto de la corrosión en los metales sí que podría terminar haciendo realidad esa pavorosa amenaza a medio o largo plazo.

Otro motivo que puede estar tras la decisión de llevar adelante la operación de rescate es el de evitar que submarinos de la OTAN puedan entrar en la zona, ya sea para robar secretos del Kursk (un sumergible de última generación) o para borrar las pruebas que confirmarían la hipótesis sobre la causa del accidente en la que las autoridades rusas siguen poniendo el énfasis: el choque con otro submarino extranjero.

Hace unos días se lanzaron unas 40 cargas de profundidad desde el crucero Pedro el Grande, con intenciones claramente disuasorias para cualquier submarino que intente colarse en la zona. El mando de la Marina rusa consideró esta práctica como legal, y parece que lo es, aunque sólo se suele utilizar en situaciones de conflicto.

Ayer, el diario Komsomolskaya Pravda recogía la opinión de un experto, al que sólo identificaba con su nombre y patronímico, que atribuía la catástrofe al escape de combustible de uno de los torpedos. El tiro le salió por la culata al capitán, proseguía, cuando, supuestamente, decidió disparar ese proyectil para evitar daños mayores. Sin embargo, la teoría de la explosión en la sala de torpedos, dijo Klebánov, no es sino parte de una de las tres versiones que han quedado finalistas de la larga lista que se ha manejado durante meses. Las otras dos son el choque con una mina de la II Guerra Mundial y la colisión con un submarino de la OTAN. Según el viceprimer ministro, es posible que se llegue a la conclusión definitiva antes de que la nave sea izada a la superficie.

Klebánov se mostró "muy optimista", pero señaló que, después de estudiar numerosas catástrofes y emergencias submarinas ocurridas en el último medio siglo, ha podido comprobar que no se pudieron determinar las causas de la mayoría de ellas.

La experiencia obtenida el pasado mes de octubre por buceadores rusos y noruegos durante el rescate, a más de 100 metros de profundidad, de 12 cadáveres de tripulantes del Kursk (que se hundió el 12 de agosto con 118 personas a bordo) será muy valiosa para izar el sumergible.

Ya entonces se logró perforar el casco para penetrar en la nave, aunque los destrozos externos e internos aconsejaron no llevar la operación hasta sus últimas consecuencias, sobre todo por el grave riesgo que habrían corrido los mismos rescatadores. Ayer se dio a conocer el costo económico de aquella acción, que tuvo como base la plataforma noruega Regalia: unos 1.200 millones de pesetas. Una minucia para lo que costará sacar el Kursk del fondo del mar.

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