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Entrevista:BENGT SÄVE-SÖDERBERGH. ASESOR DE PROCESOS DE TRANSICIÓN

"Para que haya democracia no basta con tener elecciones"

Bengt Säve-Söderbergh es un hombre con una misión: ayudar a los países a consolidar sus democracias. Desde 1995 es secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), una organización intergubernamental especializada en la organización de elecciones en países en transición, de la que forma parte España. Säve-Söderbergh, de nacionalidad sueca, insiste en que celebrar una, dos o tres elecciones no es suficiente para que un país se gradúe en democracia. A su juicio, es imprescindible desterrar la cultura del autoritarismo. Este apasionado del jazz, de 60 años, se declara optimista porque el mundo es "cada vez más intolerante con los Ceausescus, los Somozas y los Marcos". International IDEA trabaja en una decena de países, entre ellos Paraguay, Burkina Faso, Nigeria, Bosnia-Herzegovina, Rumania e Indonesia.Pregunta. ¿Cuál es el estado de salud de la democracia en el mundo?

Respuesta. Al acabar la guerra fría se produjo una explosión de elecciones, hasta el punto de que su número se ha duplicado en los años noventa. En los ochenta hubo 291 elecciones más o menos democráticas en todo el mundo; en los noventa, 603. Eso hizo creer a muchos que donde había elecciones había democracia. Pero ahora sabemos que no es así.

P. Entonces, ¿cómo llega un país a ser democrático?

R. La cuestión fundamental no es organizar las primeras o las segundas elecciones. El problema es la tendencia de la comunidad internacional a identificar elecciones con democracia, que las elecciones se vean como el final de un proceso, cuando deberían ser el comienzo de la democracia. No podemos cambiar una cultura autoritaria de un día para otro, en un año o en dos. Hay que tener paciencia, ser tenaz. En ese sentido, me preocupa que Occidente pierda el interés por Bosnia una vez que ha habido elecciones. Los países occidentales han invertido allí mucho dinero y ahora corren el riesgo de malgastarlo.

P. ¿Cómo se puede romper el escepticismo de los votantes en las democracias maduras y aumentar la participación en las elecciones?

R. Precisamente una de las lecciones de lo ocurrido estos días en EE UU es que unos centenares de votos pueden marcar la diferencia, y eso significa que todos los votos cuentan. También deberíamos pensar más en aquellos que arriesgan sus vidas por el derecho al voto. En Occidente vivimos en una sociedad en la que no tenemos que luchar por ello. Quizá debamos reflexionar y preguntarnos: "Si yo no voto y los demás no votan, ¿qué pasaría?" Nadie quiere vivir en un sistema antidemocrático. La globalización económica lleva a mucha gente a pensar que los Gobiernos y los parlamentos tienen cada vez menos poder. La militancia en los partidos políticos ha disminuido, aunque haya crecido la participación en organizaciones no gubernamentales. Para atraer a los jóvenes, los partidos deben ser mucho más abiertos y transparentes. Además, en algunos países en transición se está poniendo demasiado énfasis en la economía, y no en la política, como en la antigua Unión Soviética. La Bolsa parece mucho más interesante que los parlamentos. Es todo un síntoma.

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