De Fernando el Emplazado a Rancapino
Chiclana prepara su séptimo centenario con la vista en sus hechos históricos más relevantes
En su afán por rememorar pasados episodios gloriosos, los musulmanes chocaron de frente con don Alonso Pérez de Guzmán en la batalla del Estrecho. Los primeros, por su objetivo incumplido de reconquistar la península, y el segundo, caudillo de las tropas españolas al servicio del rey de Castilla, por evitarlo, engendraron la semilla del municipio de Chiclana de la Frontera (Cádiz). En 1303, el rey Fernando IV el Emplazado concedía a su adalid un privilegio por éste y otros servicios a la corte: le entregaba la aldea yerma de Chiclana.Ahí emerge el trabajo de un pueblo por crecer que aún continúa. Así lo atestiguan todos los documentos históricos, que superan tanto las huellas de los míticos tartesios y los milenarios fenicios, como los asentamientos ibéricos, romanos y árabes. Todas estas civilizaciones frecuentaron la orografía de la zona, especialmente el islote de Sancti Petri, desplegados en la fundación de la Gadir fenicia y atraídos por el auge de la Gades romana.
Chiclana cumplirá en el 2003 siete siglos. El Ayuntamiento prepara la celebración de este aniversario con dos premisas claras: poner en valor los episodios más célebres que escribieron su historia y ensalzar el valor humano de sus hijos más ilustres.
En ello trabaja una comisión, que tiene un cuadro de honor integrado por el Rey; la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, y el presidente andaluz, Manuel Chaves, quien hace 10 días dio un respaldo decisivo a esta idea ofreciendo en el Consistorio chiclanero todo su apoyo y colaboración.
Una de las voces más autorizadas y auténtico pulmón de esta unidad de trabajo es Dionisio Montero, concejal de Cultura, erudito del sentir y vivir de Chiclana en el discurrir de sus tiempos. El pasado chiclanero está repleto de nombres propios. Tales como el capitán Francisco Pacheco Jiménez, fundador, en 1535, de la ciudad de Portoviejo de Ecuador; o el sabio orador y botánico Magistral Cabrera, en el XVIII.
El arte y la cultura se nutrieron de chiclaneros valiosos: los precursores en el arte de torear José y Jerónimo José Cándido; los valientes matadores románticos Francisco Montes Reina, Paquiro, maestro de maestros y creador del moderno toreo a pie, y el genial José Redondo, Chiclanero; el patriarca flamenco Tío José El Granaíno, creador de los caracoles y del mirabrás; el eminente dramaturgo y figura destacada del teatro romántico español Antonio García Gutiérrez, y los laureados pintores Sebastián Gessa y Arias, Eduardo Vasallo Dorronsoro y Juan Antonio González, entre otros. El testigo de esta estela alargada de artistas lo recogieron el escritor Fernando Quiñones y el puntal actual del cante flamenco, Alonso Núñez, Rancapino.
Pero la historia deja para el recuerdo y orgullo de Chiclana, como explica Dionisio Montero, los nombres de Juan Álvarez Mendez, conocido como Mendizábal, quien afrontara la archiconocida desamortización; o uno de los héroes de los Últimos de Filipinas, el capitán Enrique de las Morenas. Este militar se dejó la vida en la defensa de una pequeña división territorial, llamada Baler, tras el levantamiento de los tagalos contra el poder colonial español en Filipinas. Hacía más de un año que había acabado la guerra. Sin noticias de sus superiores, luchó durante meses cuando EE UU había derrotado ya a España y declaró la soberanía de Filipinas.
El 15 de mayo del 2003, Chiclana trazará un guiño a su historia; pero también pondrá de relieve la semblanza de un pueblo que superó la idea marinera de aldea y ahora abandera el crecimiento turístico y el auge del sector en la provincia de Cádiz. Y es que el sello de la historia se mantiene porque, como resaltó el alcalde, Manuel Jiménez Barrrios, Chiclana "tiene la necesidad de aprovechar cada momento histórico para realzar la capacidad de crecimiento y el espíritu emprendedor de sus vecinos".
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