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RELEVO AL FRENTE DEL SOCIALISMO MADRILEÑO

El hijo del emigrante, convertido en líder

Antonio Jiménez Barca

En la actual bancada de los concejales del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid se sientan, entre otros, un ex ministro de Asuntos Exteriores (Fernando Morán), una ex ministra de Asuntos Sociales (Matilde Fernández) y una ex secretaria de Estado (Cristina Narbona). Rafael Simancas, nuevo secretario general de la Federación Socialista Madrileña, no es un ex, ya que nunca ha conocido el poder. Se ha formado siempre en la labor incómoda y poco agradecida de la oposición. Y eso imprime carácter.Nació hace 34 años en Kehl, una ciudad alemana cercana a Estrasburgo, a la que sus padres, procedentes de Córdoba, junto con otros muchos miles de españoles, emigraron en busca de una puerta de salida a la miseria. Permaneció allí hasta los siete años, y asegura que todavía recuerda "algo" del alemán que aprendió. Ya en España, la familia subsistió en Leganés gracias a una panadería regentada por el padre. A finales de los ochenta se afilió al PSOE. Se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, trabajó de jefe de prensa en diversas empresas, dio clases en una universidad privada y en 1991 fue nombrado director de programas de formación del PSOE. Desde 1994 es redactor jefe de la revista Temas para el Debate, órgano de expresión de la corriente guerrista dentro del partido. Vive en Fuenlabrada, está casado y tiene un hijo de corta edad. En las elecciones municipales de 1995 se le incluyó en las listas del PSOE al Ayuntamiento de Madrid de la mano de José Acosta y ganó por primera vez su puesto de concejal. En la oposición, claro.

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Simancas, uno de los ediles socialistas más jóvenes de la pasada legislatura y de la presente, se caracterizó pronto por su capacidad de trabajo (siempre se le encuentra en el despacho enfangado en un laberinto de papeles) y el espíritu peleón propio de un fajador. Desde 1995 es portavoz de su grupo en la Comisión de Cultura. Enseguida empezó a sacar de quicio al por entonces concejal de Cultura, José Antonio Gómez-Angulo, del PP (actual secretario de Estado para el Deporte). Gómez-Angulo, hombre tranquilo, amante de la poesía contemporánea y de llevarse bien con todo el mundo, acabó gritando más de una vez en los debates de los plenos. La culpa era del joven concejal del PSOE que desde su escaño, mes tras mes, metía y retorcía el dedo en la llaga de los asuntos más torcidos de su gestión: supuesto trato de favor a la hora de dar contratos, favoritismo, amiguismo...

En 1999 volvió a ganar su puesto de concejal del PSOE, de nuevo el partido perdedor en las elecciones. Gómez-Angulo había salido del Ayuntamiento, pero Simancas encontró pronto otro objetivo sensible donde fustigar al PP: denunció, junto a la concejal Ruth Porta, que el alcalde disfrutaba de una cuenta restringida de la que había sacado dinero para pagar varios viajes privados de él y de su esposa. No es sencillo permanecer todo el rato en el puesto de malo de la historia, y Simancas lo comprobó aquellos meses en los que hasta miembros de su propio partido en el Ayuntamiento le aconsejaron que suavizara los ataques. Él no hizo caso. Le acusaron, desde el PP y desde el PSOE, de torpedear impunemente la institución, de profesar poco respeto por el Consistorio más grande de España, pero él siempre respondía con la misma frase: "A mí me pagan por hacer propuestas y controlar lo que el PP hace con el dinero de todos".

Un veterano concejal socialista le calificó ayer como "un chaval muy currante, ambicioso y apasionado por la política". Simancas pertenece a la corriente guerrista, pero eso no le ha impedido trabajar codo a codo con compañeros de otras tendencias. "Cuando se tiene algo por lo que destacar, no hace falta refugiarse todo el rato en la tribu", añade el mismo veterano concejal, que, aunque no es guerrista, le ha apoyado en este congreso.

Ahora le toca manejar el timón del convulso barco de los socialistas madrileños. Su objetivo es que el partido vuelva al lugar en el que él no ha estado nunca: el poder.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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