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La tregua de Acción de Gracias

Los estadounidenses comieron ayer el pavo sin saber quién será su próximo presidente

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El ruido de tenedores y cuchillos intentando cortar correosos pavos asados sustituyó ayer en EE UU al griterío de los abogados y portavoces de Al Gore y George Bush. Pero los estrategas de ambos candidatos aprovecharon la tregua del Día de Acción de Gracias para evaluar el estado de la contienda. Con sus esperanzas colgando del escrutinio a mano de las papeletas mal perforadas en el condado de Palm Beach, que debe terminar el domingo, Gore lo tiene peor. Bush, por delante en los resultados provisionales oficiales, dispone de cartuchos poderosos: un recurso ante el Tribunal Supremo de EE UU, el apoyo de la secretaria de Estado de Florida, su correligionaria Katherine Harris, y una mayoría republicana en las dos instancias donde puede terminar la pelea: el Legislativo de Florida y el Congreso de EE UU.Gore y Bush saben que su pulso será decidido, como lo fue el proceso de destitución de Clinton, en la arena de la opinión pública. Gore marcó ahí importantes tantos iniciales al presentar su causa como una defensa del derecho a un escrutinio escrupuloso de los votos de Florida. Pero el miércoles, Bush bombardeó con un argumento potencialmente muy efectivo: ha ganado en Florida, y Gore, con su insistencia en recuentos, intenta robar las elecciones.

El miércoles, el Supremo de Florida falló a favor de Gore, pero le fijó un final de partido: valen nuevos recuentos, esta vez manuales, en algunos condados de mayoría demócrata, pero deben terminar el domingo. Los siete magistrados tenían en la cabeza el Día de Acción de Gracias, la única fiesta que aúna a 270 millones de norteamericanos de todas las razas, lenguas, creencias religiosas y opiniones políticas, y que, de hecho, se prolonga hasta el lunes. La gente volverá entonces a sus rutinas y empezará a preguntarse con inquietud por qué no conoce todavía el nombre del presidente.

Gore sufrió ayer un nuevo revés: un juez de Florida rechazó su petición de obligar al condado de Miami-Dade, de mayoría demócrata, a efectuar un recuento manual. Ahora necesita que el análisis de los votos mal perforados de Palm Beach decante en su favor un mínimo de 791, que contrarresten la ventaja de Bush tras dos escrutinios mecánicos, el voto por correo y el escrutinio manual en el condado de Broward. Si es así, Gore puede proseguir la lucha, pero si Palm Beach no le da esos votos, recibirá presiones para que arroje la toalla.

Los funcionarios de Palm Beach fueron de los pocos estadounidenses que no descansaron ayer. Estaban en lo de las papeletas mal perforadas. Tampoco descansaron los funcionarios del Supremo de EE UU, que registraron una demanda de Bush para anular la decisión del Supremo de Florida que da validez a los escrutinios manuales. En su demanda, Bush afirma que él "recibió la mayoría de los votos de Florida" y que Gore está usando "procedimientos anticonstitucionales para alterar los resultados". Argumenta que efectuar recuentos manuales en condados seleccionados por los demócratas supone que los sufragios de Gore están siendo escrutados más veces y con más mimo que los de Bush, lo que viola el principio constitucional de que "todos los votos deben ser tratados de igual forma". El Supremo puede no aceptar a trámite el caso o decidir que Bush también pudo, y no quiso, pedir recuentos manuales en los condados de mayoría republicana. Sería una derrota para Bush, pero no el final. La vía judicial para desempatar puede terminar en vía parlamentaria, y ahí Bush cuenta con mayorías en Florida y en Washington. Hasta ayer, el país se lo tomaba a chanza. Con el pavo mal digerido, el humor puede cambiar el lunes. [Un portavoz de Gore anunció ayer que recurrirá ante el Supremo de EE UU en el caso de que Florida certifique los resultados. A su vez, el presidente Clinton en su discurso del Día de Acción de Gracias pidió a la nación "paciencia"].

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