"El cine vasco está perdiendo personalidad a marchas agigantadas"
Juan Miguel Gutiérrez (Rentería, 1945), empleado de HABE, lleva años tratando de despertar en otros su pasión por el cine. Autor de Sombras en la caverna, un estudio sobre las constantes narrativas que debería tener el cine vasco, coordina, bajo el paraguas de Donostia Kultura, dos cursos: uno práctico de vídeo en la casa de cultura Larrotxene y Aprendiendo a ver cine,en Okendo, un seminario quepropone hasta diciembre una aproximación a los géneros cinematográficos.
Pregunta. ¿Cómo se aprende a ver cine?
Respuesta. Se trata de ir más allá de lo que existe en cartelera, de intentar buscar algo más profundo en los orígenes; autores menos conocidos que han creado un lenguaje cinematográfico. Intento dejar claro que Spielberg, por ejemplo, no ha surgido de la nada, que es hijo de la influencia de los grandes de la comedia y el drama norteamericanos.
P. El trabajo que no hacen las salas comerciales...
R. La mayoría de las salas se rige por las reglas más duras del mercado que impone Estados Unidos en la distribución; normas para estrenar las películas que ellos quieren, la locomotora y los vagones. Es decir, te obligan a comprar un título de gran taquillaje con un paquete de cintas de segunda que ocupan la cartelera. Pero me gustaría echar una lanza en favor de cines como el donostiarra Trueba, que ofrece películas en versión original y está rescatando grandes obras olvidadas de los últimos tiempos.
P. ¿La creatividad ha ido pareja al boom de salas?
R. San Sebastián está absolutamente saturada y no creo que esto pueda mantenerse. Definitivamente, la creatividad no ha ido pareja a este boom. Aquí el timbre de gloria es hacer una copia y cuando más se parezca a una película americana y tenga más efectos especiales, mejor. Cuando ves producciones danesas, de Dogma o incluso las premiadas en el festival donostiarra, de bajo presupuesto, ves que arriesgan y aquí no se ve el riesgo.
P. ¿Cómo ve el cine vasco?
R. Tiene un problema de base desde hace años; quitando algunas excepciones -Montxo Armendáriz, algo de Julio Médem y últimamente Helena Taberna- la gran mayoría está imitando las producciones americanas o españolas a nivel estilístico y temático. Y es una pena porque estamos perdiendo personalidad a marchas agigantadas. Es evidente que hay una manera japonesa o neozelandesa de narrar en cine, pero no es tan claro que haya una manera vasca de contar historias.
P. ¿Cuándo se perfiló?
R. Hubo un intento profundo de adecuar ciertas estructuras narrativas de contar de la tradición vasca a la cinematográfica en Amalur. Pero quedó condicionado por la temática documental. Y hubo que dejar pasar muchos años hasta que Julio Médem, en Vacas, lo retomó.
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