Bush proclama su victoria en Florida y recurre al Tribunal Supremo de EE UU
En sus comentarios más duros desde las elecciones, George W. Bush rechazó ayer la sentencia del Tribunal Supremo de Florida sobre la validez de los recuentos manuales. El líder republicano acusó al Supremo de Florida de "extralimitarse" y "cambiar las reglas del juego tras las elecciones". Bush se declaró ganador y se preparó para un desafío a la corrección en su contra de los resultados oficiales. Bush autorizó a sus abogados a iniciar la batalla en la instancia superior, el Supremo de Estados Unidos; horas después, su equipo jurídico presentó dos apelaciones contra el escrutinio manual autorizado en Florida.
Tras una jornada tumultuosa, la junta electoral de Miami-Dade decidió anoche renunciar a proseguir con el escrutinio manual. Ese fue un gran revés para las esperanzas de Gore. Comenzó ayer a cumplirse la profecía de Leon Panetta, ex jefe de gabinete de Clinton: lo ocurrido en EE UU entre las elecciones y la sentencia de ayer del Tribunal Supremo de Florida "sólo fue el preludio de los verdaderos fuegos artificiales".Sin morderse la lengua, Bush denunció la sentencia como una muestra de "partidismo, abuso de poder y violación de la legalidad constitucional de Florida". Aún más, Bush sugirió que Al Gore está intentando robar las elecciones. "Cheney y yo ganamos en Florida, y algunos están contando una y otra vez los votos para alterar los resultados", dijo en una comparecencia ante la nación desde su residencia de Tejas. Horas antes, Gore había tildado de "victoria de la democracia" la sentencia favorable a sus tesis. El Supremo decidió que la secretaria de Estado de Florida, la republicana Katherine Harris, está obligada a incluir en sus resultados el saldo de los nuevos recuentos manuales en tres condados.
La jornada fue durísima, con la junta electoral de Miame-Dade decidiendo al final terminar con los recuentos manuales. Gore contaba con las papeletas mal perforadas de Miami-Dade para contrarrestar la ventaja oficial de su rival. Antes de eso, Bush había declarado: "Esos recuentos selectivos de votos que ya han sido escrutados dos, tres y hasta cuatro veces suponen una discriminación para el resto de los electores. Los votos van a ser evaluados de modo diferente en distintas partes de Florida".
Fue un adelanto de que los republicanos no aceptarán que los recuentos manuales anulen la mayoría de las 930 papeletas que le han concedido a Bush dos escrutinios mecánicos y la contabilización de los votos por correo.
Jamás desde los días del impeachment de Clinton los conservadores habían adoptado un tono tan furibundo. Tom Delay, congresista en Washington, recordó que seis de los siete jueces de ese organismo judicial fueron nombrados por gobernadores demócratas. Su decisión, según Delay, fue "un extraordinario caso de abuso de poder".
Bush comenzó a poner en marcha sus cartas contra la sentencia del Supremo. "Si la presidencia va a ser decidida en los tribunales, por qué no en el Supremo", dijo Dick Armey, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Ben Ginsberg, abogado de Bush, confirmó una posible apelación ante el Supremo, dado que el de Florida "ha violado el derecho del pueblo de este Estado a establecer sus reglas electorales a través de sus representantes democráticamente elegidos". Horas después, los abogados del gobernador de Tejas dieron el paso.
La segunda carta de Bush es aún más explosiva. James Baker, su apoderado en Florida, confirmó que, si prosigue el enfrentamiento entre el poder ejecutivo de ese Estado, representado por Harris, y el judicial, encarnado por el Supremo, el contencioso puede ser decidido por el legislativo. "Nadie debería asombrarse si el Legislativo de Florida desea restablecer las reglas iniciales de juego electoral", advirtió Baker. Allí las dos cámaras son de mayoría republicana. Una ley les autoriza a nombrar a los 25 compromisarios de Florida en el Colegio Electoral que se reunirá en Washington el 18 de diciembre para nombrar presidente.
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