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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La música en el país de nunca jamás

El poder intrínsecamente subversivo de las artes ha traído de cabeza a los gobernantes y politólogos de Occidente desde Platón. El eco de este temor, convertido en angustia obsesiva, se ha adueñado de nuestro país desde hace siglos, transformándolo en uno de los más inhóspitos desiertos musicales del mundo.A algún díscolo trasnochado se le ocurrió un día la feliz idea de acabar de golpe con esta acérrima infertilidad. Los artífices de la LOGSE atendieron su demanda y, tímidamente, se pusieron manos a la obra. Todo ha quedado en agua de borrajas: cunde el desencanto entre los profesores de conservatorio, cuyas condiciones de trabajo están empeorando alarmantemente; brillan por su inexistencia, en gran parte del territorio nacional, las tan esperadas escuelas de música; el número de las orquestas nacientes es -salvo honrosas excepciones- directamente proporcional a su mediocridad; los músicos profesionales continúan sin poder vivir de su labor concertística o compositiva y tienen que compaginarla, a duras penas, con la docencia...

La cuenta podría seguir así interminablemente, si no fuera porque nos detiene un atronador redoble de timbales: ahora hay que erradicar la música de la enseñanza obligatoria; eso sí, para que no cunda el pánico, se deja el nombre y una hora de relleno en el horario correspondiente. La situación política del momento favorece esta regresión a las dunas de antaño y la vuelta al redil de aquel inopinado pertubador del orden público. Y lo mejor de todo, como la música es una lengua universal, no se levanta con su homicidio ninguna ampolla autonómica. En fin, que ya no será necesario mantener a Ulises fuertemente atado al palo de sus deberes. No será necesario, porque la sirena habrá muerto, porque el cuento se habrá acabado y todos seremos unos buenos ciudadanos, sordos y felices.- Luis Sanjuán, profesor de conservatorio. Ávila.

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