Derecho a discrepar

"¡Carajo, señor Savater!". El señor Savater puede que tenga mucha razón en muchas de sus doctas opiniones. Usted, señor Savater, es considerado un sabio, y, además, tengo la impresión de que se lo ha creído. Yo no soy sabia, ni inteligente, ni instruida, ni tan maravillosamente formada y preparada como usted, pero tengo todo el derecho, mi derecho, a no estar de acuerdo con usted. Sí, señor Savater: hay discrepancia de opiniones y creo que el que usted sólo admita las suyas o las de los que con usted coinciden es terrible, tan terrible como son las acciones criminales, vengan de donde vengan.Efectivamente, yo tengo la libertad de considerarle una especie de cazador de brujas, suena usted tan fanático como los otros. A veces, los extremos se tocan. Por supuesto que yo no vivo el miedo que vive usted a diario y eso me da una relativa distancia con sus problemas. No me siento segura ni con los unos (asesinos) ni con los otros, los que, como usted, sólo tienen una línea a seguir. No soy vasca ni vivo en el País Vasco, pero esta demonización que está usted haciendo me está afectando también a mí.

Hace unos días, llamó usted por teléfono al programa Hoy por hoy para llamarle la atención a la señora María Antonia Iglesias, con la que casi siempre coincido, todo he de decirlo, pero lo del sábado en esta sección de Cartas al Director, concluyendo con que el señor Gabilondo (don Iñaki) es más bien tonto y que, sin saberlo, malo. ¡Carajo, señor Savater!, esto ha sido el colmo. Hay que ser engreído, vanidoso, presuntuoso, petulante..., necio para creerse que sólo usted está en posesión de la verdad. Lo siento mucho por usted y, en definitiva, por todos nosotros, porque con mentalidades como la suya, unidas a las de los asesinos, así nos va.

Y no se le ocurra tacharme de pro-etarra porque vomito, en el más estricto sentido de la palabra, cada vez que hay un atentado, cada vez que no se respeta la libre opinión de los demás, como hace usted.- Carmen Vigo Navarrete. Sevilla.