Ocho muertos en el 12º aniversario de la declaración de independencia palestina
La conmemoración ayer del 12º aniversario de la proclamación de la independencia palestina -se produjo en Argel en 1988- dejó empapados de sangre los territorios autónomos de Cisjordania y Gaza. La llamada a la calma del presidente Yasir Arafat, en la que recomendó manifestaciones pacíficas y trató de acotar el uso de las armas, no pudo contener la ira de los jóvenes palestinos que durante todo el día de ayer permanecieron en la calle, acosando al Ejército ocupante. Los últimos partes oficiales hablan de al menos ocho muertos y de centenares de heridos.
Las ambulancias de la Media Luna Roja no descansaron ayer ni un solo instante en Ramala. La capital administrativa de Cisjordania, como el resto de los territorios autónomos palestinos, vivió una nueva Jornada de Ira, que había sido convocada de manera unitaria por fuerzas nacionalistas y fundamentalistas para recordar el duodécimo aniversario de la proclamación de la independencia. El llamamiento a intensificar la Intifada abrió todos los frentes de lucha, incluso los más alejados o los que aparentemente se habían apaciguado en los últimos días. Los jóvenes de Hebrón, Yenín, Belén, Jericó, Tulkarem, Karni, Kalkiya o la propia Ramala salieron a la calle para buscar a las fuerzas de seguridad israelí y recordarles con piedras o disparos que "están en tierra que no es suya", según aseguraba uno de los manifestantes. La tensión se hizo tan insoportable que las tiendas y las oficinas de la capital de Cisjordania cerraron sus puertas sin necesidad de que nadie se lo aconsejara o se lo impusiera por la fuerza, como es habitual.
El Ejército israelí respondió anoche atacando con misiles lanzados desde helicópteros las sedes del partido gubernamental palestino Al Fatah en Hebrón, Tulkarem y Salfit, y un depósito de municiones en Jericó. De acuerdo con testigos presenciales, las oficinas de Hebrón resultaron alcanzadas por tres misiles y se incendiaron, pero no se produjeron víctimas porque el edificio se encontraba vacío. Tres palestinos que residían en las cercanías resultaron heridos.
A media mañana, el presidente Yasir Arafat había lanzado un mensaje desde Gaza en el que recomendaba a la población manifestarse pacíficamente y no utilizar armas de fuego. El llamamiento no sirvió para nada. Los primeros en no seguir las órdenes fueron sus propias fuerzas, la milicia del gubernamental Al Fatah, los Tanzim, cuyos miembros de Ramala acudieron al cruce de Beit Il, uno de los puntos calientes de la región, empuñando las ametralladoras. Trataban así de mostrar su irritación por la detención en la noche anterior de un grupo de 15 de sus compañeros, efectuada en el interior de los territorios por miembros de los servicios secretos israelíes, con la ayuda de las unidades especiales de los mustabarim -los arabistas-, cuyo perfecto dominio del árabe les permite pasar desapercibidos.
"Esto no se puede detener como el que cierra un interruptor", volvía a repetir Marwan Barghouti, el jefe de los Tanzim, como si tratara de justificar la desobediencia de sus hombres.
Esta oleada de sangre y de violencia dio ayer nuevos argumentos a los sectores radicales israelíes, que en las últimas horas no han dejado de reclamar mano dura contra la Intifada e intentan bloquear con sus lamentos cualquier proceso de negociación o pacificación. Las voces impacientes de los oficiales del Ejército volvieron a escucharse en Jerusalén, mientras el ministro de Comunicación, Ben Eliezer, y el de Exteriores y Seguridad Interior, Shlomo Ben Ami, anunciaban que "Israel debe prepararse para la lucha".
"El objetivo principal no es retomar las conversaciones de paz, sino indicar a los palestinos que no cederemos a las violencias", recalcó el ministro Ben Ami a la prensa. Muy cerca de él, el general Saul Mofaz, jefe del Estado Mayor, proponía, entre otras medidas, destruir las casas desde las que los palestinos efectúen disparos o cerrar las fronteras de los territorios con Jordania y Egipto.
Todas estas propuestas empezaron ayer a ser debatidas en el seno de Gabinete Restringido de Seguridad, que preside el primer ministro y titular de Defensa, Ehud Barak.
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