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Berezovski acusa a Putin de financiar su elección con fondos ilegales

El oligarca ruso por antonomasia, Borís Berezovski, cumplió su promesa y plantó ayer a los fiscales que querían interrogarle por supuesto fraude en la compañía Aeroflot. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con Vladímir Gusinski (patrón del grupo Media Most), no se dictó orden de busca y captura, sino que se le dio una nueva cita, para el día 27. Borís Berezovski acusa al presidente Vladímir Putin de financiar ilegalmente su campaña con fondos de empresas suizas ligadas al escándalo.

Berezovski también acusa a Putin de violar la Constitución al cambiar la estructura del Senado, de intentar segar la libertad de prensa, de provocar una guerra étnica en Chechenia y de entregar el país a burócratas y servicios secretos para consolidar su poder personal. Si sigue así, pronostica, no agotará su mandato.Es una guerra abierta. Berezovski, autodeclarado "exiliado político" y actualmente en el extranjero, lucha por salvar el pellejo, y no duda en achacar todos sus males a una venganza del líder del Kremlin. Éste, dice, no le perdona que la cadena de televisión ORT (de mayoría estatal, pero controlada durante años por el magnate) "contase toda la verdad sobre la tragedia del submarino Kursk", lo que no le dejó muy bien parado. De hecho, detrás de este embrollo puede estar también el intento del Kremlin de controlar la ORT y la NTV (joya de la corona del grupo Most), lo que constituiría un golpe mortal para el pluralismo informativo en Rusia.

A Putin, asegura Berezovski en una carta abierta publicada por varios periódicos, "no le importó en absoluto que los beneficios de empresas suizas que trabajaban con Aeroflot se utilizasen para financiar a Unidad y la campaña electoral a la presidencia". Ésa fue la principal carga de profundidad lanzada por el magnate: una acusación de financiación ilegal que, de sustanciarse, podría cuestionar teóricamente la victoria en las urnas con la que el antiguo agente del KGB soviético tomó el relevo de Borís Yeltsin en el Kremlin.

Sólo teóricamente. En la práctica, las posibilidades de que eso ocurra son no ya mínimas, sino nulas. Baste un ejemplo: nadie ha dado un paso para dilucidar la veracidad de una minuciosa investigación del diario The Moscow Times que llegaba a la conclusión de que millones de votos se atribuyeron fraudulentamente a Putin el 26 de marzo.

Lo peor de todo es que, en este caso y en el de Gusinski, los indicios de que el poder político está detrás de las decisiones de los fiscales son clamorosos, aunque sólo sea porque acusaciones anteriores se esfumaron sin que ocurriese nada relacionado con la entraña legal de los asuntos.

En julio, el patrón de Media Most vio cómo se le retiraban las acusaciones de fraude y se le permitía salir al extranjero (de donde no parece que piense volver), tras comprometerse a vender su imperio a su gran acreedor, el monopolio del gas Gazprom, lo que, según la mayoría de los analistas, era tanto como ponerlo bajo la férula del Kremlin. La reapertura del proceso llega después de que Gusinski se negara a cumplir aquel trato, que denunció como "extorsión de Estado".

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Acusación anulada

En cuanto a Berezovski, procesado cuando Yevgueni Primakov era primer ministro, la acusación se anuló cuando su enemigo cayó en desgracia. El caso renace justo cuando el oligarca se ha significado como enemigo de Putin, tras perder la enorme influencia que alcanzó en el otoño del patriarca Yeltsin.No es que eso signifique que el maquiavélico empresario, que inventó el término oligarca, tenga las manos limpias en el caso Aeroflot, donde hay demasiadas cosas que huelen a podrido, pero aún no se ha probado que tras ellas haya delito.

Gracias a sus buenas conexiones en el Kremlin, Berezovski colocó a gente de su confianza en puestos clave de la compañía (dos de estos directivos están ya procesados) y, supuestamente, fondos de Aeroflot por importe cercano a los 200.000 millones de pesetas se canalizaron hacia empresas suizas de las que ellos mismos eran socios, dando pie a lucrativas comisiones, si no a algo más. Una de estas firmas se llama Forus, y hay quien ha visto en el nombre una burla, ya que podría leerse como For Us. Para nosotros, en inglés. Es decir, para ellos.

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