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GOLF Torneo de Valderrama

¿El circuito del Tigre?

Las exigencias de Woods revolucionarán los torneos de golf en Estados Unidos

Carlos Arribas

"Si yo no invento nada", vino a decir Tiger Woods, "todo comenzó con Arnold".El golf era un deporte decadente. Ociosos gentlemen que perdían dinero practicando su afición favorita y laboriosos jornaleros, los profesionales, gente atada a una caravana, en permanente emigración de torneo en torneo para ganarse el sueldo. Hasta finales de los 50. En una coincidencia histórica, dos grandes hechos acontecieron. Todo cambió. En el golf aterrizó Arnold Palmer. Al mismo tiempo, llegó la televisión. Arnold, el simpático, el primer héroe popular del golf, amado y admirado. Siete grandes, millones de telespectadores y un olfato único. Palmer, Arnold, su tupé, su permanente sonrisa y savoir faire, fue el primero en darse cuenta de las enormes posibilidades económicas que abría la televisión, fue el primero que supo que el golf acabaría convirtiendo en millonarios a sus practicantes. Palmer, Arnold, su visión, su olfato, fue el primero que supo canalizar toda esa sabiduría: a su sombra, con su amigo McCormack, nació IMG, la gran firma de representación, en su origen, que se ha convertido en una de las grandes fuerzas del golf mundial. Dinero, dinero, dinero, patrocinadores, patrocinadores, patrocinadores.

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Todo lo empezó Arnold.

El golf languidecía. Debía luchar de igual a igual con otros deportes para encontrar patrocinadores rumbosos. Peor: desde mediados de los 80 dio por perdida su batalla con el baloncesto. Había nacido Michael Jordan. Sólo había cámaras y dinero para un deporte. Hasta hace un par de años. Fruto de una necesidad única, llegó una solución única: de repente, sobre el sediento mundo del golf, un deporte al que le envejecían las estrellas, en el que los aficionados se convertían en nostálgicos, clase media, media edad, habla que te habla de Nicklaus y de Watson, los dos arrugados y a punto de jubilarse, llovió un jugador joven y único, Michael Jordan con un palo en una mano, una bolita en la otra, y una sonrisa de oreja a oreja en la boca, es decir, Tiger Woods. A su sombra, IMG. La empresa creada para Palmer conseguía, tras dura pugna, hacerse con el Tigre. La joya de su establo. IMG ya no es lo que era. Es mucho más. Una multinacional basada en Cleveland (Ohio) que diseña, construye, posee y mantiene campos de golf; una empresa que también juega al tenis, al fútbol y a cualquier deporte que entre en el triángulo mágico de televisión-patrocinio-espectáculo; un grupo dueño de torneos de golf, que organiza, produce y retransmite desde Europa para todo el mundo. Un clan dueño de deportistas, dueño de Woods, de Montgomerie, de Duval, de Singh y de Parnevik. Dinero, dinero, dinero. Patrocinios, patrocinios, patrocinios.

Miles de millones. Cálculos conservadores hablan de que Woods, que actualmente percibe unos 50 millones de dólares por temporada sólo de sus patrocinadores principales (Nike, Buick, American Express) y que roza ya los 24 millones de dólares en ganancias en sus cuatro años en el circuito, habrá alcanzado a ganar 1.000 millones de dólares (200.000 millones de pesetas, el doble de lo que ganó Michael Jordan en su carrera) cuando se retire. Cálculos arriesgados hablan de un billón de pesetas.

Todo cambió con Tiger.

Cuando el Tigre se hizo socio del circuito, a finales de 1996, había 60 millones de dólares (unos 12.000 millones de pesetas) destinados a premios. La temporada que ha terminado, la 2000, el PGA Tour ha repartido prácticamente el triple: 160 millones de dólares (unos 32.000 millones de pesetas). La gente que lleva el circuito, dirigida por el comisario Tim Finchem, negoció, tras la victoria de Tiger Woods en Augusta (1997), la venta de los derechos televisivos: 500 millones de dólares (unos 100.000 millones de pesetas) por cuatro años.

El año que viene empezará a negociarse el siguiente contrato cuatrienal. Tiger, su gente, IMG, ya han advertido: dado que con Woods las audiencias aumentan un 40%, y se duplican cuando está entre los líderes, creemos que no estaría mal que se pensara en alguna forma de tener esos datos en cuenta durante la negociación; no, no estaría mal que recordarais lo bien que se le dan a IMG las cuestiones televisivas, y también lo referente a derechos de imagen, etcétera.

¿Y si no? Bueno, nada es eterno. Una pregunta: ¿Necesita más Woods al circuito americano o viceversa? ¿Ha hablado alguien de un posible Circuito del Tigre? ¿Sí?

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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