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Reportaje:

Pasteleros menudos

"¿Se puede hacer pasteles sin azúcar?" "¿Es cierto que, si como muchos bollos, me pondré como una foca?" "¿Es mejor una palmera de chocolate envuelta en plástico que las que venden sueltas en las panaderías?" Con éstas y otras preguntas, decenas de estudiantes avasallaron a los maestros pasteleros y panaderos durante las tres jornadas que la II Semana del Gusto, organizada por las tres administraciones y varias asociaciones especializadas en nutrición, ha dedicado a "alimentos básicos, como los dulces y el pan". Alumnos de los últimos cursos de primaria en 150 colegios madrileños han visitado obradores de panadería y pastelería, pero no sólo para atiborrarse de estos manjares, sino para saber de qué están hechos. Los estudiantes de cuarto de primaria del colegio Jaime Vera, por ejemplo, se adentraron en los dominios pasteleros de José Sierra, un profesional que alterna su labor creativa entre harinas y azúcares con las clases a chavales desde 1985. "He notado cambios entre los niños de entonces y los que vienen ahora: éstos están mucho más influidos por la televisión", explicó Sierra, que se empleó a fondo en explicarles que "la pastelería tradicional es tanto o más nutritiva que la industrial".

Los pequeños pinches y catadores se empaparon, primero, de teoría, la parte más tediosa para la mayoría. José Sierra respondió, una a una, todas las dudas: "Se pueden hacer pasteles sin azúcar; la pastelería industrial utiliza grasas perjudiciales en algunos casos", comentó. El profesor pastelero se atrevió incluso a hacer trizas el principal tópico que rodea al pan y los dulces: "Comer mucho de cualquier cosa, aunque no sean pasteles, termina haciendo que engordemos".

La segunda parte de la visita fue la más emocionante para los niños. No tardaron ni un minuto en arremangarse, lavarse las manos con jabón desinfectante y ponerse manos a la obra con la harina, el huevo y el azúcar, a imitación del maestro. Hicieron mazapanes con miel en figuritas distintas, según la habilidad de cada alumno: desde una simple pelota informe hasta un lazo o un caracol. Después, hornearon las piezas y, una vez frías, tuvieron la audacia de comérselas. "Estas clases no sólo pretenden aclarar dudas y dar explicaciones sobre nutrición, sino también enseñar a mantener una determinada higiene para la manipulación de alimentos", explicó Sierra.

En paralelo, otros escolares acudieron a los mercados madrileños para conocer que los melocotones no proceden de las latas de conserva y que las patatas no crecen en las cajas del frutero, sino que germinan en la tierra. Los niños hospitalizados en el Ramón y Cajal, el Niño Jesús y La Paz tampoco se perderán la II Semana del Gusto. Un cocinero les enseñará hoy a distinguir y disfrutar de los cuatro sabores principales (dulce, salado, ácido y amargo) y les preparará un menú especial.

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