Agotador
Nunca una noche de elección se pareció tanto a una noche de erección. Y no de erección cualquiera, sino una de esas tan especiales, que posiblemente ocurre una sola vez en la vida, y que consiste en que el tipo que menos te gusta pero que te has llevado a la cama en un momento tonto es el que más dura dándole al asunto. Y tú venga a esperar, encadenando orgasmos propios y rezando para verte correspondida y poder echarte a dormir de una maldita vez. Y al mismo tiempo, te mantiene despierta la curiosidad de saber cuánto va a aguantar la criatura, y hasta dónde vamos, y qué pasa por el camino.Como creo ferozmente en la ley de Murphy, estaba convencida de que George W. Bush iba a ganar a Al Gore, lo cual me disgustaba, porque con él vendría (o viene) todo el lote: el papá que invadió Panamá y organizó la Guerra del Golfo, el hermano Jeff que ejecuta en Florida, la madre que se parece a Ethel Barrymore, la musa cultural Bo Derek (a cuyo lado, Norma Duval es Rosa Luxemburgo) y Charlton Heston con su rifle. Sin embargo, el hecho de que acabara venciendo Al Gore tampoco me producía frío ni calor. Pensaba que, cayera por el lado que cayera la tostada, la mantequilla nos pringaría a todos. Lo que nunca pude imaginar es que Murphy se sumara también al procedimiento, y que la lección de democracia que recibimos con nocturnidad se prolongara durante tantas horas que, cuando escribo esto, aún no sé de fijo cuál de las dos posibilidades va a hacerse con la victoria, y ya ni siquiera me importa, de puro agotamiento. Por Dios, que salga el que sea, pero que acabe esta tortura del súbdito indefenso obligado a soportar, desde la distancia y en decúbito supino, tanta denodada batalla por el voto entre contendientes.
Lo terrible de una elección tan prolongada es que acabas por desentenderte del resultado. Que es lo que pasa con las erecciones del corredor de fondo. La única ventaja de lo que ha pasado en Estados Unidos es que, mientras ello ocurría, me dio tiempo a ponerme varias mascarillas y a depilarme las piernas. Pero en ambos casos terminas saliéndote de tu propio cuerpo y contemplando lo que ocurre por puro interés informativo.
Juro que cuando acabe brindaré. Por mi supervivencia.
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