Derrotado por sus vecinos de Tennessee
Si Al Gore hubiera ganado Tennessee y sus 11 compromisarios del colegio electoral sería presidente desde ayer, con independencia del lío de Florida
Si Al Gore hubiera ganado Tennessee y sus 11 compromisarios del colegio electoral sería presidente desde ayer, con independencia del lío de Florida. Pero este Estado de tabaco, café, whisky y música vaquera le negó la victoria al que supuestamente es su hijo político predilecto. Bush ganó en Tennessee y ésa fue la mayor humillación que le propinó a su rival. La amargura era ayer inconmensurable en la familia Gore, originaria de este Estado, y el cuartel general de la campaña demócrata, establecido en Nashville. Cuando en la madrugada de ayer se supo que Gore perdía Tennessee, su carrera hacia la Casa Blanca se ensombreció.
Jamás un presidente norteamericano ha sido elegido sin conquistar su patria chica. Aunque nacido en Washington, Gore mantiene sólidos vínculos con Tennessee. Su madre vive en la granja familiar de Carthage, cerca de Nashville, y allí van de vacaciones el político demócrata, su mujer y sus cuatro hijos.
Al regresar de Vietnam, Gore trabajó como periodista en The Nashville Tennessean y por este Estado ganó sus escaños en la Cámara de Representantes y el Senado, antes de que Clinton lo escogiera como su vicepresidente.
Pero Tennessee ya no es el que era en los tiempos del progresista senador demócrata Albert Gore, el padre del candidato demócrata. Ha girado a la derecha y ahora su gobernador y sus dos representantes en el Senado son republicanos. El centrismo de Gore, que en ocasiones es conservadurismo, procede de la lección aprendida al vivir la derrota electoral de su padre en 1970. El senador Albert Gore terminó cayendo por su oposición a la guerra de Vietnam y su defensa del derecho al aborto. El príncipe de Tennessee, como le llama The Washington Post, podría ahora perder la Casa Blanca por culpa de sus paisanos. Con los 11 votos de Tennessee hubiera conseguido ya 271, sin necesidad de Florida.
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