Hijos de familias marginadas y adolescentes que emigran solos
Carencias afectivas
"Al Renasco llegan los hijos de los marginados sociales de cada momento", explica Rosa Berian, responsable de los programas para adolescentes infractores del Instituto del Menor y la Familia (IMMF). "Hace años llegaban chavales de los poblados chabolistas, muchos de ellos gitanos, y ahora cada vez son más los adolescentes magrebíes con muchos años de calle, que emigran a España pensando que aquí todo es muy fácil y se topan con una realidad más difícil", añade.La mayoría de los jóvenes recluidos en el Renasco tienen tras de sí un cúmulo de problemas añadidos. A su grave deterioro de conducta se suma, por lo general, la falta de una familia de apoyo, las toxicomanías y el fracaso escolar.
El robo con intimidación, es decir, el atraco, es el delito más común entre los chicos mayores internados en el Renasco, y las sustracciones reiteradas de vehículos entre los más pequeños.
Alicia Petit, directora de este centro en el que lleva 14 años y al que califica de "muy mejorable", explica que prácticamente todos los internos que ella ha conocido arrastran una historia de marginación social. Muchos llevan años bajo la tutela institucional porque pertenecen a familias desestructuradas y, en los últimos tiempos, cada vez llegan más niños de la calle magrebíes, que, tras emigrar solos a España, acaban en la delincuencia.
"Suelen ser chicos con grandes carencias afectivas, que no se conceden un descanso hasta que se ven aquí encerrados. Es como si el centro fuera un útero materno donde encuentran refugio", añade Petit. "¿Momentos difíciles?, claro que los hay, pero para eso estamos los educadores, para capear la situación. En cualquier caso, la situación actual es menos dura que la de los inicios de los ochenta, cuando llegaban jóvenes muy duros, de las famosas pandillas que acabaron diezmadas por la heroína", concluye. Al año se producen unos 40 ingresos, sólo dos o tres de ellos de chicas. La mayoría de los internos son chavales de 16 a 18 años, es decir, mayores de edad penal, a los que los jueces han decidido internar en el Renasco para cumplir la prisión preventiva (pendiente de juicio) en lugar de hacerlo en una cárcel. También hay muchachos más jóvenes que cumplen sentencias de unos tres o seis meses de privación de libertad.
En el centro viven ahora 11 varones, que permanecen en celdas cerradas excepto cuando participan en los talleres de informática, prensa, dibujo y marquetería, y en las actividades de gimnasio, patio, huerto y comedor. Pueden recibir la visita de sus parientes en horas acordadas y también de sus abogados.
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