Etxeberria o el síndrome de la Eurocopa
La Eurocopa ha dejado secuelas en casi todos sus integrantes. Secuelas físicas y sobre todo psicológicas. Basta ver el lamentable estado futbolístico de Aranzabal, las dudas de Sergi, las vicisitudes de Raúl, los problemas de Michel Salgado, las andanzas de Cañizares. En el Athletic, Joseba Etxeberria se ha tumbado en el diván y rumia sus dudas con un aire mortecino de asustado aprendiz, buscando en cada acción la benevolencia del árbitro para que corte el sufrimiento con una falta reparadora.A Etxeberria no le sale nada porque juega a una velocidad inferior de lo normal y el defensa tiene tiempo de adivinar sus intenciones. Con todo, lo peor es que, a sabiendas de su baja forma, comienza a hacer dejación del intento, a pesar de que Txetxu Rojo mantiene una fe ciega en sus posibilidades y le respeta el minutaje absoluto, aunque en ello le vaya el partido. Joseba Etxeberria ha sido el recurso más habitual del Athletic para desatascar partidos y ocultar las carencias de una buena parte del colectivo, que escondía su falta de recursos con un envío a Etxeberria. Que invente él, venía a pensar el Athletic. Y a Joseba Etxeberria se le ha estrujado el magín con la acumulación de partidos nacionales e internacionales. Le fallan las piernas y las ideas ya no fluyen como antes.
Un diagnóstico similar se puede atribuir a Julen Guerrero, aunque el capitán del Athletic no puede apelar a la sobrecarga de partidos. El suyo parece más un caso de tope de imaginación y de falta de gol. Guerrero necesita marcar para autorredimirse o co rre el riesgo de perderse en la mediocridad de un futbolista de club. En Pamplona, ante un Osasuna debilísimo, ambos ratificaron su bajísima forma. Y sin ellos el Athletic es un equipo muy menor. Peligroso.
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