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Reportaje:

Florida, un campo de batalla crucial

Territorio tradicionalmente más republicano que demócrata, este Estado es vital en la elección presidencial

Tres cosas tiene Florida que lo convierten en el Estado crucial de la elección a la presidencia de EE UU: un porcentaje de hispanos y judíos comparable al nacional; una enorme población de jubilados, siempre dispuesta a votar, y casi un millón de indecisos. Precisamente los sectores en cuyas manos están las llaves de la Casa Blanca, y eso ha hecho del Sunshine State un laboratorio de ensayo electoral en el que tiene los ojos puestos el resto del país. Ya lo dijo la semana pasada en Miami el candidato demócrata a la vicepresidencia, Joe Lieberman, parafraseando la canción de Sinatra: "Si lo logramos aquí, lo lograremos en cualquier parte".Hace meses, ésta era una fortaleza de George W. Bush, al ser su hermano Jeb el gobernador, y Florida, un Estado tradicionalmente más republicano que demócrata, pero Al Gore le ha ido robando terreno, y en las últimas encuestas incluso le aventaja por 49% a 42%. En gran parte se debe a que la popularidad familiar no es transferible -especialmente después de la impopular decisión de su hermano Jeb de anular la discriminación positiva para las minorías- y a que los temas de campaña de Gore apelan al corazón de muchos ciudadanos de Florida: mejorar el seguro médico de los ancianos, reducir los impuestos de la clase media y dar igualdad de oportunidades a las minorías (seleccionando a un judío para vicepresidente por primera vez en la historia de EE UU).

Lieberman ayuda, además, a contrarrestar la delantera de Bush entre los cubanos, gracias a su amistad con el difunto Jorge Mas Canosa, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA). Hace días se abrazó con los directivos de ese grupo ante la tumba de su fundador, asegurándoles que Gore no tenderá la mano con Fidel Castro a menos que éste abra la puerta a la democracia. La política con (o contra) Castro es clave para los 400.000 potenciales votantes cubanos de Miami-Dade, que en abril prometieron castigar en las urnas a los demócratas por haber devuelto al niño balsero Elián González a Cuba.

Bush confía tanto en ganar ese voto (un 8% del total del Estado) que ni siquiera ha aceptado la invitación de la FNCA. Y ésta, quizá en respuesta, no le ha dado su apoyo oficial. Según una empresa de encuestas de opinión, Bush tiene buenas razones para sentirse optimista porque cuenta con un 75% de votos cubanos frente al 18% que se decanta por Gore. Pero el peso del voto cubano "no es decisivo", explica George Volsky, analista político y ex corresponsal durante tres décadas del diario The New York Times. "Ni unánime. Porque muchos cubanos saben que los republicanos les han utilizado durante años con la retórica anticastrista". Aunque es cierto que casi 4.000 cumplieron su amenaza de abandonar las filas demócratas tras el caso Elián, también lo es que el trasiego de electores se produjo igualmente a la inversa, y otros 2.500 se pasaron del Partido Republicano al Demócrata.

Y frente al núcleo duro conservador cubano está el del resto de los hispanos, mayoritariamente demócratas, y el de los llamados condo comandos (pensionistas anglos y judíos que viven en condominios), rabiosamente demócratas. La balanza, según la última encuesta de la NBC, es de 54 a 35 a favor de Gore en Miami-Dade.

Donde verdaderamente se libra la batalla campal es en el centro del Estado, el llamado corredor I-4, en el que se concentran los independientes impredecibles. Allí, en Kissimmee, estuvo ayer Gore. Y allí ataca semanalmente algún general del ejército de Bush. Esta semana han sido los padres del candidato, el ex presidente George Bush y su esposa, Barbara; la anterior fue el propio W quien llegó en una caravana, y a principios de octubre fue P (George P. Bush), hijo del gobernador de Florida, de 24 años, que es el estandarte hispano de la campaña (su madre es mexicana).

"Florida es un Estado en el que tenemos que pelear para ganar", concede Ari Fleisher, portavoz de Bush. Ningún republicano, desde Herbert Hoover, ha logrado la presidencia sin conquistar Florida. El vencedor del duelo en este Estado se llevará 25 de los 270 votos electorales necesarios para la victoria.

En busca de ese voto vital ha estado Bush ocho veces en Florida, y Gore, siete, más que en ningún otro Estado. Ni republicanos ni demócratas escatiman resursos para captar indecisos. Entre ambos partidos se gastan más de un millón de dólares (200 millones de pesetas) semanales en anuncios televisivos en Florida. Un millón es también la cifra de nuevos votantes, de los que no hay "historial" y, según los analistas, su decisión es un enigma que puede desafiar todos los sondeos.

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