Sobre la beligerancia
En el suplemento Babelia del sábado 7 de octubre, el profesor Tusell publicó una reseña sobre los dos primeros volúmenes de la Obra Completa de Niceto Alcalá-Zamora, que ha comenzado a editarse por el Patronato que lleva su nombre, en colaboración con otras instituciones andaluzas, en su pueblo natal de Priego.Como uno de los responsables de la edición de la misma (aunque no se haya considerado conveniente recogerlo en la reseña), vaya por delante mi agradecimiento por reconocer la importancia de recuperar los trabajos de algunos protagonistas de primera línea en la vida política de la II República. Sin embargo, me ha sorprendido la apreciación acerca de que estos volúmenes van acompañados de "prólogos en exceso beligerantes", al menos en lo que a mí respecta como autor de uno de ellos (el otro lo firma José Alcalá-Zamora), sobre todo cuando la afirmación se hace sin ninguna aclaración acerca de en qué o con quién se es beligerante.
Claro está que en mi caso admitiría la beligerancia si por tal se entiende que estoy con la corriente historiográfica contraria a establecer una relación de causa-efecto entre la República y la guerra civil; en apoyo de esta argumentación cito el último trabajo sobre el tema del profesor Reig Tapia; o también cuando expongo que la destitución de Alcalá-Zamora debe analizarse desde el plano jurídico y el político, recurriendo tanto a las opiniones de Tomás Villarroya y Tomás y Valiente como a testimonios contemporáneos: los de J. S. Vidarte o el diario El Sol; o, finalmente, cuando aclaro de qué manera afectó la Ley de Responsabilidades Políticas a los bienes de don Niceto y me reafirmo en la necesidad de conocer toda la producción de Alcalá-Zamora para poder emitir opiniones de mayor rigor que las expuestas hasta ahora.
En esos casos sí admito mi beligerancia, pero es que hay cosas ante las cuales necesariamente hay que ser beligerante.- José Luis Casas Sánchez. Córdoba.
